GASTRONOMÍA

Octubre 2008: Bar El Uno de San Román.

Rutas Gastronómicas por los barrios de Sevilla: San Román-Puerta Osario.
Plaza de San Román, 1. 41003 Sevilla.
 
Relación calidad-precio:

Presentación:

Cocina:

Servicio:

Tapa destacada: Caracoles y cabrillas.

Otras tapas: Cola de toro, menudo de ternera.

Mala   Aceptable   Buena   Muy Buena   Excelente

 

Será muy difícil encontrar en Sevilla algún bar con más sabor taurino, cofrade, y flamenco que este entrañable y señero bar emplazado en la sevillanísima plaza de San Román. El bar «El Uno de San Román» puede presumir y presume de estar en esa Plaza desde más de siglo y medio, mucho antes incluso que se afincase en la Iglesia de San Román, la popular cofradía de Los Gitanos. Su propietario actual, —hasta su jubilación en 2019—, el querido amigo Paula, vino a Sevilla una primavera de 1983 para asistir a un besamanos del Cristo de la Salud, el popular Cristo de los Gitanos y se quedó con el bar desde entonces. Nada mas y nada menos que 4 millones de pesetas de 1983, fue lo que tuvo que pagar este lebrijano de pura cepa para arraigar en la Plaza de San Román al frente de uno de los bares más clásicos de Sevilla.

Antes de establecerse en Sevilla, Francisco Carrasco Peña, Paula para sus clientes y amigos, se dedicaba al campo y un buen día decidió vender sus 63 hectáreas sembradas de remolacha y abrir en su Lebrija natal un bar a su nombre. El Bar Paula de Lebrija estuvo abierto 25 años, hasta que Paula y su mujer se vinieron a este rincón entrañable de la Sevilla flamenca y taurina que es el bar «El Uno de San Román».

Nuestra visita culinaria fue un caluroso sábado de finales de junio, y fuimos buscando uno de los encantos gastronómicos que este bar tiene: sus caracoles y cabrillas. Lebrijano como es Paula, nuestra conversación giró en torno al mito de los caracoles de Lebrija y Paula nos dio toda una lección magistral que nunca olvidaremos. Una de sus fotografías, de las muchas que adornan el local hace mención precisamente a los caracoles y cabrillas de Lebrija. A la izquierda se puede ver el recipiente que se usaba para despachar los caracoles en crudo, el popular «medio» y que en los años sesenta costaba 6 o 7 pesetas.

Paula nos demostró que para ser originarias de Lebrija, las cabrillas no tienen que ser, como de manera errónea cree mucha gente, pequeña. La diferencia es en el borde de la cabrilla, que las genuinas de Lebrija, no deben tener resalte. También nos explicó la diferencia entre el caracol del país, principalmente traído de Medina Sidonia, Paterna de la Ribera, Alcalá de los Gazules y de Lebrija y el que llega del Norte de África, principalmente de Marruecos. El rocío de la mañana que trae el viento de Levante, influye muy positivamente en la calidad del caracol. Los caracoles y cabrillas del bar «El Uno de San Román» son en consecuencia traídos diariamente de la zona conocida como «El Pasto», una marisma muy rica en estos cefalópodos y la mujer de Paula los guisa de manera extraordinaria. Las cabrillas están hechas en salsa, como mas nos gustan a los sevillanos. Además de los caracoles, en temporada, y de las cabrillas, todo el año, en el bar «El Uno de San Román» se puede degustar unos magníficos guisos caseros hecho por su mujer, una magnifica cocinera.

En su carta de tapas destacan sobremanera su magnifica y sabrosa, cola de toro, la carne con tomate de extraordinaria textura, el menudo de ternera y por supuesto las chacinas ibéricas traídas de la cercana sierra onubense. Destaca por encima de todo el jamón ibérico de bellota que Paula trae de Cumbres Mayores, un precioso pueblo de la Sierra de Aracena. El bar «El Uno de San Román» es además de un templo gastronómico, un templo taurino. Por todos sus rincones aparece el mundo del toro y de sus paredes cuelgan algunos de los testimonios gráficos más importantes de la tauromaquia de primeros del siglo XX. Preside la estancias una valiosa fotografía enmarcada tomada en 1929 del gran torero sevillano, Joselito el Gallo, nacido en Gelves, pero hecho torero en los alrededores de la Alameda de Hércules donde por entonces había una escuela taurina.

Otra foto también entrañable para el aficionado a los toros, es la que reproduce, a la derecha, un momento mágico alrededor de una reunión de los dos toreros más grandes que haya dado Sevilla: Joselito el Gallo y Juan Belmonte. Este ultimo fue llamado popularmente «El Pasmo de Triana» pero en realidad nació y creció en la populosa calle Feria, una de las arterias principales del barrio de la Macarena, donde su padre regentaba una quincallería. En la fotografía de arriba a la derecha esta junto al ganadero Álvaro Domecq y  Rafael Gómez «El Gallo» formando parte los tres en 1957, del concurso de una corrida goyesca en Ronda. En el Bar El Uno de San Román, atalaya inmejorable desde donde se veía procesionar antiguamente al Cristo de la Salud y a la Virgen de las Angustias, imágenes titulares de la popular Cofradía de los Gitanos, hay sitio como no, para el cante flamenco.

Desde sus puertas han cantado saetas los mejores cantaores gitanos que ha dado Sevilla; desde el gran Manolo Caracol, inmortalizado en un azulejo a las puertas mismo del Bar «El Uno de San Román» cuando en 1950 y con ocasión del regreso definitivo de la hermandad a su templo después de peregrinar por varias parroquias adyacentes, le cantó al Cristo de los Gitanos, hasta el maestro Antonio Mairena, fotografía con su llave del canto en el interior del bar. En definitiva, el bar «El Uno de San Román» es -mejor dicho, era-, un rincón especial de Sevilla, donde el tiempo está desparramado entre esas cuatro paredes de arte.

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