LITERATURA

Historia de la Literatura Española: El siglo XIII.

 El Mester de Clerecía Gonzalo de Berceo El Libro de Alexandre  El Libro de Apolonio El Poema de Fernán González

 

EL MESTER DE CLERECÍA.

 

El siglo XIII fue de una complejidad apasionante en la historia de la literatura española, podríamos decir que fue el resurgir de nuestra literatura romance. Todo el proceso de reconquista del territorio de España, tras la invasión árabe, tuvo dos aspectos negativos que retrasaron el desarrollo cultural y de las manifestaciones literarias. El primero de ellos fue la desconexión lógica que se produjo de España con el resto de Europa, mientras realizaba lentamente la reorganización tanto de sus tierras como de sus pobladores; el segundo fue el hecho de que caballeros y reyes vivían plenamente entregados a las artes de la política y las armas, y la clase media o burguesa en el proceso de explotación y repoblación de las zonas agrícolas.

La cultura, podríamos decir, que no era un concepto que tuvieran en cuenta en su vida cotidiana: no era un bien de primera necesidad. El saber, el conocimiento, por lo tanto, se concentra únicamente en los monasterios, y durante siglos fue patrimonio exclusivo de los clérigos, prácticamente hasta el nacimiento y desarrollo de las ciudades, que provocaron la incorporación del ciudadano al mundo literario.

Una vez concretado el proceso de reorganización tras la reconquistada España, la conexión con el resto de Europa se restableció, tanto políticamente como culturalmente, siendo unos de los principales canales las peregrinaciones de extranjeros a Santiago de Compostela; una puerta abierta al mundo.

Monasterio de Silos

En el año 1215 se produce un hecho histórico importante que provoca y desarrolla la aparición del Mester de Clerecía: el IV Concilio de Letrán, bajo la autoridad del Papa Inocencio III. En este Concilio se dictaminan medidas culturales y literarias importantes, como fueron la necesidad de un maestro de gramática y otro de teología en cada catedral, el apoyo al estudio del latín, y el establecimiento de una política de desarrollo de la literatura didáctica, tanto moral como dogmática.

El clérigo, que tenía en sus manos todos los argumentos del saber, debería recurrir a la literatura para difundir en el pueblo tantos sus conocimientos religiosos (principalmente) como del resto de materias, basándose en los exemplum, tanto de la Biblia como de cualquier cuento o acontecimiento que recogiera de la historia o de culturas distintas, como la oriental, que pudieran ser adaptadas al cristianismo. Todo ello apoyado por el desarrollo de los estudios palentinos, es decir, la Universidad, quien tenía un manual de gramática, el Verbiginale, que fue un hecho sustancial para el desarrollo del Mester de Clerecía.

Los clérigos, entonces, han de competir con los juglares en lo que se refiere a la captación de su público para la difusión de sus mensajes, según dictaminaba el IV Concilio de Letrán, y la única manera que tienen de hacerlo es haciendo amenos dichos mensajes, escribiéndolos entrelazados con historias y, por supuesto, en un lenguaje que entendiera el pueblo; abandonando el latín, utilizando la lengua vulgar, el Román paladino, y las expresiones complejas.

Monasterio de Suso

Aparece entonces una de las «escuelas» literarias más importantes de nuestra literatura, que ocupó prácticamente todo el siglo XIII y gran parte del XIV: el Mester de Clerecía, con unos rasgos esenciales que la diferencia claramente:

  • Un lenguaje cuidado y selecto que lo diferencia claramente del Mester de Juglaría.
  • En su temática sus obras abarcan tanto temas religiosos como otras materias del saber escrito.
  • Utilización de fuentes escritas, de donde extraen los temas.

Una técnica concreta, la Cuaderna Vía (estrofa de cuatro versos alejandrinos, divididos en dos hemistíqueos de siete sílabas cada uno, aconsonantados [AAAA].). Estrofa no destinada al canto, sino a la lectura en alta voz.

El legado literario que dejó fue impresionante. En un primer periodo (siglo XIII) las obras más importantes fueron las de Gonzalo de Berceo, el Libro de Alexandre, el Libro de Apolonio, y el Poema de Fernán González. En un segundo periodo (siglo XIV), las obras más destacadas fueron el Libro de buen amor, del Arcipreste de Hita, los Proverbios morales, de Sem Tob, y el Rimado de Palacio, de López de Ayala.


Segunda copla de Libro de Alexandre
(de donde se acuña el nombre de Mester de Clerecía)

Señores, se quisierdes mio serviçio prender,
querríavos de grado servir de mio mester;
deve de lo que sabe omne largo seer,
se non podríe en culpa o en yerro caer.

Mester traygo fermoso non es de joglaría,
mester es sen pecado, ca es de clereçía,
fablar curso rimado por la cuaderna via,
a sýlabas contadas, que es gran maestría. […]

GONZALO DE BERCEO.

 

De la vida de Gonzalo de Berceo existen pocos datos biográficos. Su nacimiento se supone se produjo a finales del siglo XII, fue niño de coro y educado en el monasterio de San Millán de la Cogolla por los monjes benedictinos, aunque nunca perteneció a la orden benedictina; quizás era clérigo o sacerdote secular, probablemente notario, según consta como testigo en diversos documentos del monasterio. Existen también algunas posibles relaciones con la Universidad de Palencia, donde se habría formado entre 1223 y 1236.

De su obra se sabe mucho más. La obra de Gonzalo de Berceo tenía una clara intencionalidad didáctica religiosa, tanto en el sentido moral como dogmático. Apartándose de la complejidad de los manuales teológicos de la iglesia de la época, establece un lenguaje sencillo, llano que el pueblo puede comprender sin esfuerzos, y utiliza con gran maestría la técnica de la cuaderna vía.

Su obra, a nivel temático, se podría presentar en tres grupos:

Vidas de santos:
Vida de San Millán.
Vida de Santo Domingo de Silos.
Poema Santa Oria
Martirio de San Lorenzo.

Poemas marianos:
Loores de la Virgen.
Duelo de la Virgen.
Milagros de Nuestra Señora.

Poemas de otros temas religiosos:
De los signos que aparecen antes del Juicio Final.
Del sacrificio de la misa.

La relación de obras de Vidas de santos, las realizó Gonzalo de Berceo para promover el culto de los santos relacionados con el monasterio de San Millán de la Cogolla: Santo Domingo de Silos, que allí había sido prior; Santa Oria, antaño recluida en el cenobio, y sepultada junto a él; San Lorenzo, que daba nombre al pico que domina la zona; y el propio San Millán, cuya vida y milagros cuenta el poeta subrayando que toda Castilla y muchos pueblos de Navarra tenían la obligación de ofrecer un tributo anual a la Cogolla, para cumplir así la promesa que supuestamente había hecho el conde Fernán González en agradecimiento por la celestial protección que San Millán le brindó en una batalla.Si atendemos a su contenido didáctico y teológico, sus obras las podemos presentar en dos grupos:

  • Obras didácticas a nivel teológico-moral, que difunden la vida de una serie de personales que han seguido el camino correcto de la virtud (Vidas de santos), y cuya estructura es similar en todas las obras: exordium (invocación a Dios), captatio benevolentias (captación de la audiencia), preparación del público a escuchar una historia, infancia y juventud del personaje (orígenes humildes en un medio pastoril), visita al preceptor espiritual, vida erminística (búsqueda de la virtud) y la santidad ratificada por los milagros, tanto en vida como después de la muerte.
  • Obras didácticas a nivel teológico-dogmáticas, que tratan de transmitir el conjunto de verdades que conforman la esencia religiosa, sobre la que se basa la piedad del individuo, que Gonzalo de Berceo representa en la figura de la Virgen. (Poemas marianos). La Virgen es, según él, la figura intercesora entre Dios y el hombre. De entre este tipo de obras, destaca sin duda: Milagros de Nuestra Señora; una colección de relatos (25) donde se narran distintas obras milagrosas realizadas por la Virgen. Se supone que dichos relatos proceden de una fuente latina anterior, que Gonzalo de Berceo tradujo y adaptó a esta versión. Su estructura es constante: el individuo protagonista es trasgresor de alguna norma moral y receptor de la piedad por manos de María.

Gonzalo de Berceo

MILAGRO DE NUESTRA SEÑORA
(Ejemplo)

Era un simple clérigo, pobre de clerecía,
dicié cutiano missa de la sancta María;
non sabié decir otra, diciéla cada día,
más la sabié por uso qe por sabiduría.

Fo est missacantano al bispo acusado
qr era idïota, mal clérigo provado;
El Salve Sancta Parens sólo tenié usado,
non sabié otra missa el torpe embargado.

Fo durament movido el obispo a sanna,
dicié: «Nunqua de preste oí atal hazanna».
Disso: «Dicif al fijo de la mala putanna
qe venga ante mí, no lo pare por manna».

Vino ant el obispo el preste peccador,
avié con el grand miedo perdida la color,
non podié de vergüenza catar contra’l sennor,
nunqa fo el mesquino en tan mala sudor.

EL LIBRO DE ALEXANDRE.

 

Con el Libro de Alexandre se inicia en España el cultivo de la lengua vulgar por parte de un estamento que hasta entonces la había depreciado: la «clerecía», o en otras palabras, el mundo de los intelectuales de la época.

Alejandro Magno fascinó a esa clerecía porque en él parecían reunirse en grado sumo la teoría y la práctica, el valor y la sabiduría. Al mismo tiempo, se produce el hecho de que la literatura no se circunscribe tan sólo al mundo religioso, sino que se abre a los grandes asuntos de la literatura europea. El Libro de Alexandre recrea la vida del héroe, sacando un gran partido tanto a la figura de Alejandro como de multitud de situaciones, personajes y lugares interesantes que la leyenda y la historia relacionaban con él.

Se nos presenta a Alejandro ya como el artífice de la unión de Grecia contra Persia, y el heraldo de la victoria. La verosimilitud histórica puede, incluso, perderse por completo en algunos pasajes del texto. Alejandro aparece como modelo de héroe guerrero, como modelo didáctico-moral, como hombre curioso, investigador, viajero, deseoso de poseer sin olvidar el saber. Se produce en el texto, quizá, la cristianización de la figura alejandrina.

Se debió escribir entre 1202 y 1207, aunque existen diversas dataciones sobre su nacimiento, al igual que sobre su autoría, desde que fue el propio Gonzalo de Berceo (cosa casi improbable por su edad), a Juan Lorenzo, o quizá un universitario anónimo al servicio de algún magnate. Se han realizado diversos análisis lingüísticos, con el fin de determinar su origen castellano o leonés, y también es difícil, ya que la mano de los copistas desvirtúan en parte el original, tanto en la forma ), adaptación lingüística que realizan para entendimiento del pueblo del momento), como en el fondo (cristianización del personaje).

Además, para mayor complejidad, existen dos textos de esta obra: el de la Biblioteca Nacional de Madrid, procedente de la biblioteca de la casa de Osuna, del siglo XIV, o muy finales del siglo XIII, copiado por Fray Lorenzo de Astorga, en León, y el de la Bibliothèque Nationale de París, del siglo XV, aragonés, que el copista atribuye a Gonzalo de Berceo.

El texto está compuesta por unas 2.675 estrofas (unos 10.700 versos), en Cuaderna vía, y se ha convertido en un modelo de toda una tradición poética: el Mester de Clerecía, quehacer literario propio de la nueva clase intelectual.

LIBRO DE ALEXANDRE
(Ejemplo)

El mes era de mayo cuando salen las flores,
cuandos vistién los campos de diversas colores;
juntárons’ en el campo los dos emperadores
nunca se ajuntaron tales dos nin mejores.

Danïel el profeta, niño de Dios amado,
dentro en Babilonia l’hovo profetizado:
que vernié en la sierra un cabrón mal domado,
quebrantarié los cuernos al carnero doblado.

Este fue Alexandre, de los fechos granados,
Dario fue el carnero de los regnos doblados,
ca Persia e Media, tan buenos dos regnados,
ambos él los mandava, mas fueron quebrantados.

Cuando vio Alexandre tal fazaña de gentes,
començo con cuer malo de amolar los dientes;
dixo a sus barones: «Amigos e parientes,
quiérovos dezir nuevas, meted en ello mientes.

Assaz havedes fechas faziendas muy granadas,
ya son por tod’ el mundo vuestras nuevas sonadas,
son todas sobre nos las tierras acordadas,
ond’ es menester que traigamos las espadas.

Agora nos devemos por barones preçiar,
cuando con tod’ el mundo havemos a lidiar;
nos pocos, ellos muchos, podrémosnos honrar,
havrán por contasella de nos much que fablar.

EL LIBRO DE APOLONIO.

 

Ciudad de Tyro

A diferencia de el Libro de Alexandre, el Libro de Apolonio no está basado en acontecimientos históricos, sino se trata de una aventura puramente literaria: las aventuras de Apolonio, el rey de Tyro, y su hija, la juglaresca Tarsiana.

Apolonio no es un héroe de espada, sino más bien un héroe intelectual, que trata de encontrar el saber. Su meta es conocer, a través de los libros, las claves para descifrar las causas que provocan los acontecimientos que le van sucediendo.

El autor, anónimo, parte de una fuente de origen clásico, cuyo texto base estaba escrito en latín y cuya datación es dudosa, pudiéndolo situar entre el siglo IX o X. Su título era Historia Apollini regis Tyri. Probablemente este texto, a su vez, tampoco sea original en la historia que nos transmite, sino que se remonte a otras fuentes originaria que se han perdido, y que podría datarse entre los siglos V y VI.

El texto que ha llegado a nuestras manos no es simplemente una traducción literal de su original en latín, sino que ha sufrido por las manos del autor, el proceso de transformación natural de la época: el proceso de cristianización del protagonista, y el proceso de actualización y contemporanización de la época, situándolo entre usos y costumbres propios del siglo XIII.

El texto consta de más de 2.000 versos, todos ellos escritos en Cuaderna vía.

LIBRO DE APOLONIO
(Ejemplo)

En el nombre de Dios y de Santa María,
si ellos me guiassen estudiar querría,
componer un romance de nueva maestría
del buen rey Apolonio y de su cortesía.

El rey Apolonio, de Tiro natural,
que por las aventuras visco grant temporal,
cómo perdió la fija y la mujer capdal,
cómo las cobró amas, ca les fue muy leyal.

EL POEMA DE FERNÁN GONZÁLEZ.

 

Ruinas del monasterio San Pedro de Arlanza

El texto del Poema de Fernán González narra diferentes hechos históricos de la vida de este personaje histórico y relevante en la historia de España y de Castilla. Sus reiteradas campañas contra el moro en defensa del territorio castellano, sus guerras contra el rey de Navarra, sus debates con el rey de León, y su protección al monasterio de San Pedro de Arlanza (donde finalmente reposaron sus restos), crean una trama apasionante donde se refleja claramente el papel que el conde Fernán González desempeñó en mantener a la Castilla primitiva su legitima soberanía sobre toda España, al mantenerse desde el principio fuera del alcance de la invasión árabe.

El autor de la obra, anónimo, en estrofas en Cuaderna vía parece ser que no conoce muchos detalles de los hechos históricos en sí, ya que no quedaron escritos por ningún historiador de la época de Fernán González ni posteriores a él, sino que su transmisión fue oral, por lo que el texto trata de explicar y desarrollar los hechos conforme a la mentalidad y la lingüística del siglo XIII, acudiendo a veces a la imaginación y otras a las distintas fuentes populares que circulaban (cantares de gestas, tradiciones, leyendas,…).

Nada se sabe pues del nombre del autor. La obra pudo ser compuesta entre los años 1250 y 1266.

POEMA DE FERNÁN GONZÁLEZ
(Ejemplo)

En el nombre del Padre que fizo toda cosa,
Del que quiso nascer de la Virgen preciosa,
Del Espíritu Santo, que igual dellos posa,
Del Conde de Castilla quiero facer una prosa.
El Señor que crió la tierra e la mar,
De las cosas pasadas, que yo no pueda contar,
El, que es buen maestro, me debe demostrar
Cómo cobró la tierra toda de mar a mar.

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