VINOS

La Sevilla Islámica y el Vino

vinos valores isbilya 20 mapasCon la llegada del Islam a la península Ibérica y por ende a Sevilla, la Spalis visigoda, se inicia un periodo de algo mas de cinco siglos, de una cultura y una civilización que con el transcurrir del tiempo introducirá un cambio sustancial en la vitivinicultura sevillana. 

Cinco siglos largos de permanencia en el territorio sevillano, es un largo periodo de tiempo para analizárlo sólo de una forma homogénea. Politicamente los historiadores ya suelen dividirlo genericamente en cuatro periodos o etapas diferentes: La época Omeya del 711 al 1031, Los Reinos de Taifas que en Sevilla duraron desde el año 1036 al 1091 que entraron los Almoravides, sustituidos estos posteriormente por los Almohades ,los que fueron dsalojados a su vez por el rey castellano Fernando III en 1248. Bien es cierto que los musulmanes permanecieron en la península hasta el año 1492 en el conocido reino nazari de Granada. 

De todo este largo espcio de tiempo, en sus primeros siglos, es decir del VIII al X, contamos con pocas fuentes escritas, no así de vestigios arqueológicos y de referencias escritas por autores de épocas cercanas a dichos siglos, con las que contamos algo mas. Pero ya a partir de finales del siglo X sí se cuentan con mas fuentes escritas. A nosotros nos interesan particularmente los tratados que se han conservado de los diferentes agronómos musulmanes. 

El periodo de apogeo de la literatua agronómica se documrntan estre los siglos XI y XIII, estos tratados, como el que escribió Muhammad Ibn Malik al-Tignari para el hijo de Yussuf Ibn Tasufin. En el periodo entre la decadencia almoravide y y el ascenso almohde se escribio la obra del geografo Al.Idrisi, el Kitab Nuzhat al-mustaq. Así como el Tratado de Agricultura de Ibn Wafid; También contamos con el Libro de Agricultura de Ibn Bassal y el Tratado de Agricultura de Abú l-Jayr; que estuvo al servicio del rey al- Mu`tamid también podemos incluir el Tratado de los alimentos de Avenzoar, Otros autores de asuntos mas generales, pero que también recogen aspectos agronómicos y de la historia y cultura de Al-Andalus como Ibn Jaldún, nacido en Túnez, aunque era de origen andalusí. Su familia fue dueña de la Hacienda Torre de Doña María en la actual Dos Hermanas (Sevilla).Otros textos muy importantes para el conocimiento de la vinatería de Al-Andalus como el Tratado de Ibn Abdún, escritó en la Sevilla del siglo XII 

vinos valores isbilya 21 peninsulaCuando los musulmanes entraron en la Península Ibérica se encontraron un solar desestructurado social y politicamente, y ello fue un factor para su conquista rápida y no con muchos contingentes, se calcula que en la primara atacada en el año 711 lo hicieron con tan sólo algo mas de 7.000 efectivos. Con ello dió comienzo el denominado periodo Omeya (El Califato hasta el año 756 y el Emirato Independiante hasta el 1031).

Así nace Al-Andalus, aunque no sería antes del 961 cuando la islamizacion de al-andalus llegará ya al 50% del total del pais Un país cuyo sutento principal era la agricultura, herencia del sustrato de población hispano romana y visigoda, actividad que continuó siendo fundamental durante todo el periodo musulman. La agricultura en al-andalus era en lo fundamental de secano. Aunque se le atribuye a los musulmanes la introducción en España no solo de los naranjos y otros árboles frutalesy verduras, sino también el arroz, la caña de azucar y el algodon.

Actividad cuya mano de obra principalmente fueron las poblaciones preexistentes a la llegada de los musulmanes, que se vieron aumentadas con los bereberes y los eslavos (esclavos). Pues como dice W. Montgomery Watt en su Historia de la España Islamica «El islam fue siempre en lo fundamental una religion de los habitantes de las ciudades».

Un producto sobresaliente en al-andalus era la vid, cuyo cultivo estaba sumamente perfecciondo. El cultivo de la vid se extendia por numerosas poblaciones de al-andalus. Por lo que es posible colegir que el cultivo de la vid alcanzara dimensiones considerables, así como la producción de uvas, vino y pasas; del mismo modo era abundante la producción de higos secos. Algunos de estos productos tendrían, con toda seguridad, buenos mercados en otras naciones, pues, como asegura Valdeón Baruque (2001, p. 65), durante el califato de Córdoba se exportaban, entre otras mercancías, productos agrarios: aceite, azúcar, higos y uvas.

El Corán, la ley de leyes de los musulmanes, prescribe como han de comportarse estos ante el vino. El Corán condenó su consumo en etapas sucesivas. Comenzó prohibiendo realizar el Salât en estado de ebriedad. Más adelante, el Corán argumentó contra el vino declarando que los perjuicios que se derivan de su consumo son mayores que los beneficios que reportaba : “Oh, vosotros que os habéis abierto de corazón a Allah, el vino, el juego de azar, la adivinación por las entrañas de las víctimas así como la tirada a suerte son actos impuros que vienen del demonio. ¡Evitadlos! Tal vez triunféis”.  

Finalmente, se formula la prohibición explícita y universal: Ciertamente, el vino…es abominación y procedente de la actividad de Satanás. ¡Evitadlo! (Sura 5, 90). Tomando como base estos principios coránicos y varios hadices y tradiciones, todas las escuelas jurídicas consideran la ingestión de bebidas alcohólicas una trasgresión de la ley divina que ha de ser castigada. 

La escuela malikí, la de mayor aceptación en al-Andalus, seguidora de las directrices de Malik b. Anas, afirma que el consumo del vino debe rechazarse, incluso, con fines terapéuticos. En este sentido el médico sevillano, Avenzoar, siglo XII, refiere; «Apoyadas las mejillas en las palmas de las manos, nos sorprendió a ellos y a mí la luz de la aurora ,en toda la noche no había cesado de escanciarles el vino y de beber yo mismo lo que quedaba en su propia copa, hasta que me embriagué al igual que ellos. Pero el vino ha tomado bien su venganza: yo le hice caer en mi boca y él me ha hecho caer a mí». 

Para los musulmanes, la prohibición del vino no sólo se ciñe al consumo sino también a la tenencia y tráfico del mismo. En los tratados de Hisba, institución estatal destinada esencialmente a la vigilancia de la actividad económica de la ciudad musulmana, se insiste en velar por el cumplimiento coránico.

Así por ejemplo, Ibn ‘Abdun en su tratado sobre «Sevilla a comienzos del siglo XII», afirma que «si se sabe de un comerciante que vende vino, se le castigará y se le romperán los envases »; asimismo, refiriéndose a los barqueros les manda que no pasen a nadie con envases para comprar vino a los cristianos» y si se le coge, rómpasele el envase y dése parte al síndico para que castigue al marinero; también en otro lugar indicaba que debería prohibirse a los vidrieros que fabricasen copas destinadas al vino, así como a los alfareros». 

Al-Hakam II (Califa de Córdoba (961-976). se decidió a atajar el problema desde la raíz, arrancando las vides, sus propios consejeros le indicaron que era inútil, ya que se podían hacer bebidas embriagadoras de otras plantas. Aunque no se afirme explícitamente que éste era el fin, también el monarca cubaydí Mansur al-Hakim (996-1021), llevó a cabo una acción de choque: impidió vender dátiles, uvas y pasas, y procedió a la destrucción de muchos viñedos.


Aunque también es cierto que los habitantes de al-Andalus, musulmanes o no, eran, sobre todo, amantes de la vida y de sus placeres, a través de las fiestas, de la 

úsica, de la poesía y de la comida y de la bebida. En este sentido, Al-Andalus, por tanto también  «coqueteó» con el vino.
El consumo de vino estaba generalizado entre los mozárabes y los judíos. Famosas eran las fiestas andalusíes, que no se podían entender sin música, bebida y comida. El mismo rey-poeta al-Mutamid de Sevilla, llega a declarar en uno de sus versos: ¿Te dejarás llevar por la tristeza hasta la muerte cuando el alud y el vino fresco están aquí y te esperan? siempre se bebía en grata compañía femenina, o con «nobles jóvenes », como los designan los poetas a los alegres vividores.

Recordemos que a través de la poesía andaluza del siglo XI hemos podido conocer los utensilios utilizados en las reuniones de placer para beber el vino y el nabid. El vino debía beberse en copas de cristal, según la moda que el famoso poeta y músico persa Ibn Ziryab (789-857) introdujo en la corte de ‘Abd al-Rahman II, procedente de Bagdad. Las copas de cristal recibían nombres diversos: yam, nujba, garab. Y si estaban llenas recibían, de igual manera, diversos nombres. Las que estaban cinceladas provenían de Oriente, de Mesopotamia, y se llamaban ka’s ‘íraqí. 

Fue en época taifa cuando surgen numerosos poetas que cantan al vino, como el propio rey de la taifa sevillana, Al-Mu’tadid, quien compuso: «Paso mis noches sumergido en la voluptuosidad y el placer pero, a la mañana, me paseo arrogante en la corte real. Al beber copiosamente, no olvido mi ambición de gloria; Persigo los honores, pero sé obrar con astucia». 

O su propio hijo Al-Mu’tamid, que contrajo matrimonio con una esclava llamada Rumaykiyya, que supo completar un verso cuando ella lavaba en el río. El rey dijo: Labra el viento en esta agua fina malla, quien le acompañaba no supo responder, pero si lo hizo Rumaykiyya, que respondió: Si se helase, ¡que defensa en la batalla». 

A la corte de Sevilla acudieron poetas importantes como Ibn Zaydun (m.1070). Entre las muchas composiciones de Ibn Zaydun destacan sus poemas amorosos y su relación con el vino: Cuantas veces pedí vino a una gacela y ella me ofrecía vino y rosas, pues pasaba la noche libando el licor de sus labios y cogiendo rosas en su mejilla». 

Claudio Sánchez-Albornoz concluía que al menos entre la nobleza era un producto habitual.

El hispanista Evariste Lévi-Provençal hablaba de que, al menos en las épocas omeya y taifa, todas las clases sociales consumían vino, y que, a pesar del rigorismo de algunos alfaquíes, éste se podía encontrar en todas las tabernas, ya fueran clandestinas o toleradas. Rachel Arié, reproduciendo lo dicho por su maestro, añade que se reduciría su uso a partir del dominio de las dinastías beréberes. Manuel Espadas Burgos afirma que el consumo de vino no estaba muy extendido aunque nunca fue un problema para los hispanomusulmanes, tal como demostraría el que tras la conversión se hiciese patente su inclinación a la bebida. Joaquín Vallvé indica que la mayor parte de la producción de vid del territorio andalusí se destinaba a la preparación de diferentes tipos de arrope, mosto y vinos mezclados. 

En cualquier caso, hubo escuelas que rechazaron totalmente todas las bebidas, otras que toleraron algunas, y otras, incluso, que abogaron por la aceptación del vino de uva.


Habrá que esperar al siglo XIII para volver a ver los campos plantados de viñas, unas viñas que en muchas ocasiones eran traídas por los monjes, fueron estos (los monjes), los garantes de la viticultura en la Edad Media y el cordón umbilical entre la tradición vinícola del mediterráneo antiguo y el auge vinatero de la modernidad.

Y por las ordenes militares. Como así se recogía en el Libro del Repartimiento del siglo XIII, citando a la alquería de Solúcar Albayda, cuando fue otorgada como donadío mayor por el rey Alfonso X a su hermano don Frederic (Fadrique) en los siguientes términos: » Dióle Solúcar Albaida, que es en término de Solúcar; e dijeron que solía y auer siete mill pies de olivar e fincaron y los seis mill sanos; e avía y figueral para cien seras de figos e fincaron figueras para cinquenta seras de figos; e ay veinte e dos almarrales de vinnas e tres molinos de açeite caidos, e diez mill almarrales de tierra de pan, e sesenta casas e son las más caidas, e tres poços para huertas».

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