La crónica de este cuarto encuentro de Catas de Bodega y Cocina, queremos comenzarla con la recomendación de una película, que a su vez también podría ser un libro. La película en cuestión no es otra que Don Quijote de la Mancha; de Rafael Gil. 1948. B/N. 137 m. con Rafael Rivelles como Don Quijote y Juan Calvo en el papel de Sancho Panza. Hemos elegido esta por ser una de las primeras del cine español.
Está probado que Don Miguel de Cervantes fue buen conocedor de nuestros vinos, como lo fue de la Mancha toda, y también de su gastronomía. Y es, por cierto, el vino y los platos culinarios casi los únicos protagonistas de la novela que no se ve magnificado en su narración. Es evidente que casi todos los elementos presentes en la obra necesitan del apoyo de la imaginación, para transformar “labradoras en princesas”, “ventas en castillos”, “rebaños en ejércitos” o “molinos en gigantes”, exagerándolos a la vista de cualquier personaje que no sea Don Quijote.
El vino y la cocina cervantina, en cambio, no se exagera, es algo “real”, que siempre aparece descrito tal y como es, en su justa cotidianidad y calidad debida. Es como si, deliberadamente, Cervantes hubiera querido mantener fuera de grandilocuencias innecesarias -en un mundo tan lleno de como el de Don Quijote- a los buenos vinos tintos de la Mancha y su tradicional gastronomía.
Aunque esta película la hemos adscrito al género de las comedias, se podría catalogar también como drama o si se quiere en el género de aventuras. El viejo hidalgo Alonso Quijano, enloquecido por la lectura de libros de caballerías, decide hacerse armar caballero y abandonar su aldea en busca de aventuras acompañado de Sancho Panza, que se convierte en su fiel escudero. Tras una serie de desgraciadas peripecias, sus amigos intentan hacerle volver a casa para que entre en razón. Pero la razón es muchas veces una sin razón que nos hace mas felices como al caballero de la triste figura.
Hemos recomendado esta película, porque entre otras cosas es una buena representación de la conjunción tan armoniosa que realiza la gastronomía con los vinos, como nuestros encuentros de Cata de Bodega y Vino. Aunque para esta IV jornada enogastronómica, los platos que nos preparó el amigo Salvador eran mas propios del continente sudamericano que de la Mancha, pero hemos de tener en cuenta que muchos platos de esta cocina transatlántica encuentran sus orígenes en la cocina española. que los marineros y conquistadores de la Península llevaron allí, en cualquier caso como en las veces anteriores fueron propuestas culinarias muy singulares.
En relación a los vinos que nos tenía preparado Julián y Elena, hemos de decir que tampoco eran manchegos, pero fueron muchos y muy variados, eso sí, todos de una tremenda calidad. De los nueve vinos degustados, la mayoría fueron en esta ocasión, vinos espumosos, que maridaron a la perfección con los platos que se presentaron en la mesa. Una mesa bien preparada con el menaje correspondiente al evento. Así en relación a las copas, podemos ver que cada tipo de vino tenia su copa adecuada. Parece algo banal pero es importante que los recipientes donde se sirven los vinos estén conformes a la tipología de los mismos. .
Para empezar, nada mejor que la bebida que esta considerada como el aperitivo por excelencia, sobre todo en la cultura mediterránea; el Vermut. El vermut Atamán, que fue el encargado de dar comienzo a esta nueva sesión, está elaborado fundamentalmente con Manzanillas de los históricos cascos bodegueros Angioletti y El Toro, ambos en el Barrio Alto Sanluqueño. E inspirado en las viejas reservas de Atamán: vinos quinados y antiguos vermuts que han sido guardados en Bodegas Barbadillo durante décadas. Atamán es una marca de vermut registrada por Bodegas Barbadillo en enero de 1943. Un vermut de De carácter… y de aromas a ajenjo, quassia, naranja amarga, romero, bayas de sauco.
Ya sentados en la mesa, se sirvió otro vino de las Bodegas Barbadillo, una manzanilla en rama: Nave Trinidad; Es una Manzanilla de crianza media, alrededor de cuatro años, muy rica y equilibrada, sabrosa y sugerente dentro de su edad alegre.
Es de color dorado. En nariz es intenso y punzante. Predominan los aromas a manzana verde. En boca es fresco y untuoso. Muy sabroso, con fondo láctico y regusto a frutos secos. Con esta manzanilla comenzamos el primer plato; unos pinchitos de Anticucho peruano, que no es otra cosa que corazón de ternera adobado, fue una combinación excelente, ya que la manzanilla supo moldear estos originales pinchitos.
Con este primer plato, también se tomó un fino en rama muy singular: Yodo, elaborado por bodegas Lustao para el extraordinario Chef Ángel León y su restaurante Aponiente con tres estrellas Michelin. Lustau y Aponiente seleccionan YODO entre las mejores soleras que la bodega posee en El Puerto de Santa María. El fruto es un vino marinero. Yodo es un fino en rama limpio y brillante, de intenso color amarillo con reflejos dorados, punzante en nariz y con aromas a sal y bajamar. En boca es suave, delicado y extremadamente seco.
Para el segundo plato, también con nombre peruano: Causa Limeña, se abrió un vino blanco que durante muchos años ha estado y sigue estando en el top de los vinos blancos españoles; el Belondrade y Lurton, en este caso de la cosecha 2022. que muestra sin ambages la extraordinaria capacidad de envejecimiento de la verdejo. Un vino blanco con D.O. Rueda, untuoso, elegante y complejo, con la firma del prestigioso bodeguero galo Didier Belondrade. Obtenido a través de la fermentación y crianza en barricas de roble. Es el caso de este blanco, para cuya elaboración tuvo lugar una fermentación espontánea en barricas de roble francés, seguida de una crianza de 9 meses sobre sus lías y otros 5 más en botella.
Un vino que potencio los sabores y matices de esta causa limeña, en este caso de gambas, con lo que le aportaba un toque marinero a un plato esencialmente campero. Este plato es tradicionalmente elaborado sobre la base de papa amarilla, limón, ají amarillo, huevo cocido y aceitunas negras, esta preparación admite diversas variantes, como causa rellena de atún, de trucha, de pollo, de mariscos u otras variedades de carnes blancas.
Esta causa limeña, dio también para descorchar uno de los primeros cavas de la tarde; un Agustí Torrelló Mata. Barrica Gran Reserva 2017, un brut nature, ecológico, de la variedad 100% Macabeo, vendimiada a mano, cuyo vino base ha fermentado 6 meses en barrica. Variedad de la parcela Pla dels Fidels, plantada en vaso en 1964 en el valle del Penedés. Destaca por su marcado carácter varietal, aromas de larga crianza, manzana al horno, tostados y bollería. Resulta un cava cremoso, glicérico y con una estructura particular inconfundible. Un cava muy gastronómico, muy apropiado para platos grasos como esta extraordinaria Causa Limeña.
Después de una breve pausa, se paso al único tinto de la tarde: Mengoba 2020. La bodega Mengoba es el proyecto personal del enólogo y viticultor Grégory Pérez, quien después de cursar estudios en Burdeos y trabajar en reputadas casas como Château Grand-Puy-Lacoste y Château Cos d’Estournel se sintió fuertemente atraído por el Bierzo.
Mengoba 2020; un tinto de precioso color violáceo y nariz de cerezas, ciruelas negras, regaliz, flores azules y algo de cacao. En boca combina el cuerpo y la madurez de la alicante bouschet (una de las pocas uvas existentes con la pulpa teñida) y el frescor de la mencía, resultando jugoso y fresco, potente y fino. Algunas especias, recuerdos de bosque y laurel disfrazan unos taninos ligeramente recios que se funden con algo de aireación. El tacto se torna sedoso, amable, láctico, perfilado por una acidez que lo hace muy fácil de beber. De final fresco y redondo, con reminiscencias de cenizas y especias, que invita a seguir bebiendo.
Con este delicioso tinto se paso al tercer plato o plato principal: Un Curry Rojo de Bacalao y calabaza, un plato entre hindú y tailandés, pero con el marchamo de Salvador, un plato muy elaborado con presencia activa de las especias y el sabor aterciopelado del bacalao, todo ello muy equilibrado que el vino tinto supo armonizar a la perfección.
Bueno, bueno, de nuevo la presencia de los cavas en la mesa. Para terminar con el curry rojo de bacalao se descorcho un de los grandes espumosos de la D.O. Cava, el Kripta 2015 La joya de la bodega de Agustí Torelló proviene de viñedos de más de 50 años y está hecho a mano de inicio a fin. Terriblemente versátil, ya que combina bien con casi cualquier cosa, sorprende por su elegancia y encanto, pudiéndose calificar de realmente excepcional.
se presenta con una elegancia sutil y un dulzor delicado. Al degustarlo, notas de manzana fresca se entrelazan con toques florales y una suave sensación cremosa, fruto de su madurez. En nariz, se descubren aromas de levadura que recuerdan a pan recién horneado, complementando su perfil redondo y armonioso. Este cava ofrece una experiencia refinada, ideal para aquellos que buscan un sabor ligeramente dulce y maduro en su copa.
Los dos cavas siguientes fueron los compañeros del postre; un Tiramisú, que para los que somos un poquito golosos fue un auténtico broche de oro, un postre como este es la escalera al cielo o al infierno, porque un amigo mío dice que para los que somos un poco «tremendos», el infierno es mejor.
El primero de estos dos cavas fue el At Roca, un rosado reserva de 2021, un espumoso ecológico con 20 meses de crianza en rima, es un coupage de garnacha y macabeo. y el segundo cava para acompañar ese delicioso tiramisú fue otro rosado un brut elaborado con la variedad pinot noir por Juve & Camps.
Y como un detalle de distinción de Elena, Julián y Sara se abrió también un botella de Merlot dulce de la antigua Colonias de Galeón, Ya quedan pocas botellas de este sutil y elegante vino de postre que en su día elaboraron estos bodeguer@s de la Sierra Norte sevillana. En fin otra jornada cargada de sensaciones, y entre ellas, una que es esencial para estos encuentros, que es la amistad.