Disco del mes-Mayo 2006: «The Fabulous Fats Navarro», Fats Navarro.

La historia del Jazz está llena de un doloroso y largo capitulo sobre músicos extraordinarios desaparecidos, por una causa o por otra, en plena juventud. El trompetista Fats Navarro es uno de esos casos; sólo tenía 26 años cuando falleció a causa – es la versión oficial – de una tuberculosis. Pudo haber sido por cualquiera de los excesos que en su breve vida acumuló, pero Navarro, hombre acomplejado por su peso desmedido y su voz atiplada, volcó su enorme calidad creativa en el jazz hasta forjarse un estilo brillante, sin punto débiles. A un gran sonido sumaba una articulación clara y precisa, un ataque del instrumento poderoso, un notable conocimiento armónico y una extraordinaria intuición melódica.

Fats Navarro adaptó a sus condiciones el lenguaje del bebop y acuñó una original versión desligada de la ortodoxia gillespiana. Ya en las grabaciones con la orquesta de Billy Eckstine de 1945-1946, el trompetista realizaría algunas breves intervenciones pero de gran nivel, aunque su etapa mas fecunda llegaría poco después en sus colaboraciones con el quinteto de Bud Powell y sobre todo, con los sucesivos grupos del pianista Tadd Dameron. Dameron tampoco era un pianista nada corriente y ambos músicos encontraron un camino común lleno de grandes momentos. Estas grabaciones recopiladas por el sello Blue Note y grabadas entre septiembre de 1947 y agosto de 1949, presentan al sexteto de Dameron con un trompetista en una excelente forma. Temas como «The Squirrel»; o «Our Delight», son hoy clásicos del jazz moderno, mil veces interpretados pero pocas veces tratados con el esmero que destilan las versiones recogidas aquí.

Cada sólo suyo es una joya y el disco se revaloriza con la magnifica aportación del saxo alto Ernie Henry, y el todavía bisoño tenor Charlie Rouse. Completan dos piezas el quinteto de Bud Powell con interesantes apuntes del talento precoz de Sonny Rollins. En el volumen dos está la sesión que produjo maravillas como «Lady Bird» o «Symphoniette», más un encuentro de Navarro con una de sus influencias reconocidas, el maestro Howard McGhee. En resumen, los dos volúmenes de «The Fabulous Fats Navarro» forman parte de una de las paginas mas brillantes del jazz moderno y Fats Navarro con sólo 26 años dijo en aquél entonces más cosas con su trompeta que la mayoría de músicos en toda su vida.

OTROS DISCOS RECOMENDADOS DE FATS NAVARRO.

FATS NAVARRO AND TADD DAMERON	GOIN TO MINTON’S	NOSTALGIA
En éste recopilatorio editado por el sello Blue Note, están todas las grabaciones realizadas entre el pianista Tadd Dameron y el trompetista Fats Navarro. Dameron fue un complemento ideal para Navarro. Su discreta técnica instrumental encontró en Navarro el solista portentoso capaz de sacar todo el jugo a sus exquisitas composiciones  y sus soberbios arreglos.	Fats Navarro formó parte del destacado grupo de músicos que engendró a principios d de los años cuarenta el sonido bebop. Sus características como trompetita eran ideales para el sonido creado por el trío Parker-Gillespie-Powell. Aquí están recogidas algunas sesiones de trabajo en el legendario club Minton Playhouse, meca del nuevo sonido del jazz en el Nueva York de 1945.	El sello Savoy fue en la década de los cuarenta el sello discográfico por antonomasia del nuevo sonido del jazz que se denominó bebop. En las arcas de ése pequeño pero selecto sello, están recogidas las claves de una música que revolucionó el jazz moderno y en sus estudios grabaron sus obras maestras los creadores del bebop: Charlie Parker, Dizzy Gillespie, y también nuestro trompetista, Fats Navarro. Un disco importante para un musico extraordinario.

FATS NAVARRO.

Hijo de un barbero aficionado al piano, Theodore «Fats» Navarro, empezó a estudiar ese instrumento a los seis años, pero la falta de resultados apreciables le aconsejaron cambiar a la trompeta. En 1941 se encontró con Jay Jay Johnson, quien le ayudó a mejorar su estilo. En 1943 firmó un contrato en la orquesta de Andy Kirk, donde tocaba el trompetista, Howard McGhee, un músico del que aprendió los secretos del instrumento y también le abrió las puertas de los pequeños clubes de la Calle 52 en Harlem, donde estaba germinando la semilla del bebop.

Allí, en el Minton’s Playhouse conoció a Dizzy Gillespie, un músico que fue determinante en su influencia musical. Grabó sus primeros discos con la orquesta de Andy Kirk para el sello DECCA y después participó en giras por ciudades del Norte y del Este de los Estados Unidos. En 1945 ingresó, en un paso decisivo en su carrera, en la orquesta de Billy Eckstine, donde Gillespie ejercía de trompetista y director musical de la misma. En esa formación, Fats Navarro estuvo año y medio y tocó junto a los grandes del jazz de aquel momento y participó en numerosas grabaciones entre 1945 y 1946.

En enero de 1947, Fats Navarro formó su propio grupo con Leo Parker, Tadd Dameron, Gene Raney y Denzil Best. En aquellos años su actividad musical fue muy intensa y eso le llevó a compaginar sus grabaciones con su grupo con los de la orquesta de Illinois Jacquet y con la de Lionel Hampton. Su prolija carrera y su participación en conciertos, jam session y grabaciones en estudio, hicieron que en 1949, fuera invitado a participar en el anual concierto de «All Stars» que convocaba la revista Metronome junto a Dizzy Gillespie, Miles Davis y otros grandes músicos de la época. En agosto de ese mismo año, entró en el quinteto de Bud Powell, junto a Sonny Rollins, Tommy Potter y Roy Haynes. Su habilidad era tal que fue el único trompetista que se atrevió a tocar el celebre solo de Charlie Parker en el emblemático tema del bebop: «Ko Ko».

Fats Navarro, fue un extraordinario trompetista que se negaba a ser encasillado en un determinado estilo. Poseía un sonido propio, menos acrobático que Dizzy Gillespie, pero con la misma fuerza de ataque, menos rebuscado que el de Miles Davis, pero igual de perfecto instrumentalmente y además sabía componer con sentimiento y sus improvisaciones eran de una precisión y de una belleza sonora indescriptible. Su temprana muerte, murió con apenas veintiséis años, interrumpió bruscamente una extraordinaria carrera del que ya se adivinaba como uno de los grandes trompetistas del jazz de todos lo tiempos.