José Antonio Garmendia Gil, fue uno de los personajes más polifacéticos de la Sevilla de finales del Siglo XX; paseaba a diario, habitualmente de taberna en taberna, por las calles más céntricas de la ciudad, y era habitual cruzar con él.
Su peculiar figura, enjuta y muy a menudo vestida de negro, con varios colgantes y su larga barba blanca, hacía difícil que pasara desapercibido. No obstante su forma de vestir no era lo único que le hacía singular. Como él mismo decía, su sangre, como su apellido, eran vascos, pero nació en Sevilla el 15 de junio de 1932. Se licenció en Ciencias Químicas por la Universidad de Sevilla y trabajó en un negocio de maderas finas, oficio que compaginó con el de dibujante.
José Antonio Garmendia se inició en el humorismo gráfico en los años cincuenta en la desaparecida «Hoja del Lunes de Sevilla». Una década después entró a formar parte de La Codorniz. Además de escribir en periódicos, publicó más de una veintena de libros entre los que se encuentran «Poemas de pulpa y cascabel», los recopilatorios «La fauna ibera» (1971) y «El Locamerón» (1975), ambos con dibujos publicados en «El Correo de Andalucía».
Entre sus numerosas publicaciones está «Florilegio de chorradas» que editó Signatura Ediciones en 1999. Ese libro recoge, en tantas páginas como días tiene el año, una recopilación de acertijos, adivinanzas, curiosidades, aforismos, refranes, recetas de cocina, partes meteorológicos, horóscopo y detalles históricos, de forma parecida a la que se utiliza en los almanaques conocidos como «de taco».
«La Taberna del Traga» y «La Pasión llena de Gracia» publicados ya a comienzo del presente siglo, son otros de los títulos del polifacético Garmendia que hace unos años reeditó «El Diccionario de Cipriano Telera (y siete cartas a opá)». A Cipriano Telera lo creó José Antonio Garmendia hace varias décadas. En ese libro transcribió fonéticamente el habla andaluza e incluyó varias definiciones. Quizás su faceta de dibujante fuera de las menos conocida de este peculiar personaje, colaborador en Onda Cero de Carlos Herrera, que vivía en el centro de Sevilla y al que no le gustaba demasiado alejarse de sus calles.
Algunos cronistas, le reconocían su afición por la música de jazz, e incluso solía frecuentar el ya desaparecido “Hot Jazz Club” de Sevilla, que abrió sus puertas en una primavera de 1964 en un angosto callejón de la calle Francos. Su amistad con algunos periodistas de la época, como Paco Montes, o Alfonso Eduardo Pérez Orozco, le pusieron en contacto con el que fuese primer Presidente del club de Jazz de sevilla, el Doctor Manuel Manosalbas Gallardo. A partir de ese momento, frecuentó asiduamente el local, que en aquella época era lugar de reunión de los noctámbulos de la Sevilla de la década de los sesenta, y según parece, aunque no está documentado fehacientemente, por encargo del Doctor Manosalbas, y sabiendo este último la habilidad de Garmendia con el dibujo, le encargó que diseñara el banderín ofial del club, cuya imagen me fue cedida gentilmente por uno de los hijos del Doctor Manosalbas, su hijo, Manuel Manosalbas González.
¿Fábula o realidad?, lo cierto es que este banderín que representó al Hot Jazz Club de Sevilla en 1964, es un documento histórico de enorme importancia para documentar la trayectoria del primer club de jazz de la ciudad hispalense.
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