La vid, el vino y el CSIC, en el Jardín Botánico de Madrid, con la exposición: «Dos siglos de investigación».

Apoloybaco visita la exposición del jardín Botánico de Madrid: ‘LA VID, EL VINO Y EL CSIC’. Una exposición que pone de relieve la transcendencia de la vitivinicultura en la historia y la ciencia a través de un recorrido por dos siglos de investigación.

El CSIC, precursor en el ámbito del conocimiento de la vitivinicultura, cuenta con más de 20 patentes registradas solo en este sector. Las investigaciones testimonian que tanto en la prehistoria, como durante la cultura ibérica y tartésica, en la época romana o en Al –Andalus, pese a su prohibición, el consumo de vino era habitual en todas las escalas sociales.

El Pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico de Madrid (CSIC) acoge hasta el próximo 31 de diciembre la exposición ‘La Vid, el Vino y el CSIC’, un recorrido por el pasado y el presente de 200 años de investigación multidisciplinar desarrollada por el CSIC en relación al sector vitivinícola.

El Real Jardín Botánico de Madrid es un centro de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Fundado por R.O. de 17 de octubre de 1755 por el rey Fernando VI en el Soto de Migas Calientes, cerca del río Manzanares, Carlos III ordenó el traslado a su situación actual en 1781, al Paseo del Prado, junto al Museo de Ciencias Naturales que se estaba construyendo (actualmente Museo del Prado). Este jardín botánico alberga en tres terrazas escalonadas, plantas de América y del Pacífico, además de plantas europeas.

El primer proyecto del nuevo jardín fue encomendado al asesor científico Casimiro Gómez Ortega y al arquitecto Francesco Sabatini, que entre 1774 y 1781 (año de la inauguración) realizó la traza inicial, con una distribución en tres niveles, y parte del cerramiento, en el que destaca la Puerta Real (Paseo del Prado). Sobre esta base, entre 1785 y 1789 Juan de Villanueva realizó un segundo y definitivo proyecto. El recinto estaba cerrado por una elegante verja de hierro, fabricada en Tolosa (Guipúzcoa) asentada sobre piedra de granito (obra de José de Muñoz) y contaba con dos puertas de acceso: la ya citada Puerta Real de Sabatini, de corte clásico con columnas dóricas y frontón, y otra secundaria, diseñada por Villanueva, enfrente del Museo del Prado, por donde actualmente se accede al recinto (actual Plaza de Murillo).

La exposición se encuentra dividida en dos grandes áreas de conocimiento: humanidades y ciencias experimentales, la exposición evidencia en más de 100 paneles informativos la trascendencia de la cultura del vino y la vid como parte de la singularidad de España y los pueblos del Mediterráneo: su influencia en el arte, en la música, en la literatura y la arquitectura, incluso en la evolución del idioma y del paisaje a lo largo de los años; así como su importancia desde el punto de vista económico, científico y de la salud.

Precursor en este ámbito de conocimiento, el CSIC cuenta con más de 20 patentes registradas. La transferencia de conocimiento a las empresas derivada de sus estudios ha sido fundamental para convertir al sector en motor económico y contribuir a su proyección exterior. Con más de 5.000 bodegas, actualmente genera el 1% del PIB nacional, siendo España el segundo mayor exportador de vino del mundo.

El recorrido por ‘La Vid, el Vino y el CSIC’ comienza con un repaso por el centenar de variedades de vid que existen en España y cuyo origen se encuentra en la Vitis vinifera, una planta de origen mediterránea que a lo largo de los siglos se ha ido cruzando, de manera natural o por acción del hombre, dando origen al importante patrimonio cultural y agrario que existe en España, el primer país del mundo en superficie de viñedo y un ejemplo de diversidad en cuanto a zonas vitícolas, con 69 Denominaciones de Origen.

La exposición dedica un lugar destacado al herbario más antiguo del mundo, que data de 1802 y es obra del ampelógrafo Simón de Rojas Clemente, primer científico en establecer un método para describir las diferentes variedades de vid.

Yacimientos arqueológicos que, desde 1997, investigan científicos del CSIC y que datan de la antigua Mesopotamia y Egipto ponen de manifiesto que, ya entonces, la vid y el vino formaban parte de la vida cotidiana del hombre para su deleite y disfrute como alimento, medicina o incluso cosmético.

Son numerosas sus referencias en escritos bíblicos, en la literatura, en lugares de culto y necrópolis o en pinturas murales que se pueden observar en la exposición, donde se analizan sus técnicas de cultivo y redes de distribución y comercio, desde la antigüedad, pasando por la Edad Media, hasta nuestros días.

Las investigaciones testimonian que tanto en la prehistoria, durante la cultura ibérica y tartésica, en la época romana o en Al –Andalus, pese a su prohibición, el consumo de vino era habitual en todas las escalas sociales.

La exposición se centra, además, en las investigaciones desarrolladas en torno a la relación vino y salud y las propiedades de compuestos presentes en la uva y el vino.

A lo largo de los últimos años han sido claves los estudios del CSIC sobre el resveratrol, considerado una revolución por sus propiedades antioxidantes; o los últimos ensayos que apuntan al uso de polifenoles en el tratamiento de afecciones intestinales, bucales o su utilización como complemento para el tratamiento de determinados tipos de cáncer.

El grupo de Microbiología y Biocatálisis (MICROBIO) del Instituto de Investigación de Ciencias de la Alimentación (CIAL) ha constatado la capacidad de los compuestos polifenólicos presentes en la uva y el vino para combatir potencialmente el patógeno que causa el cáncer de estómago y la úlcera gastroduodenal.
“Ensayos realizados ‘in vitro’ han demostrado que estos extractos presentes en la uva y el vino combaten potencialmente el patógeno que causa la úlcera gastroduodenal y el cáncer de estómago. Por el momento, no se han realizado ensayos clínicos, pero se ha abierto una nueva vía de estudio”, explica el investigador del CIAL, el Dr. Alfonso Carrascosa. “Lo importante es que somos capaces de encontrar soluciones a problemas potencialmente graves”, añade.
Resultado de esta investigación, el CSIC ha registrado, en colaboración con el Hospital Princesa de Madrid, una patente de uso de compuestos fenólicos para el tratamiento de patologías causadas por la bacteria Helicobacter Pylori y potencialmente utilizables contra el patógeno que causa estas dolencias.

Estos ensayos han demostrado también, que los compuestos fenólicos presentes en la uva y el vino poseen propiedades antimicrobianas frente a bacterias responsables de procesos inflamatorios e infecciosos tanto del intestino como de la cavidad bucal. En concreto, los científicos han constatado efectos beneficiosos frente a las bacterias Helycobacter pylori y Campylobacter jejuni, responsables de la mayoría de las úlceras y de algunos tipos de gastroenteritis; y frente a la bacteria Streptococcus, causante de infecciones odontológicas como la caries.

Cómo adaptar el cultivo al cambio climático, cómo afectará éste a las enfermedades de la vid y la forma de combatirlas o cómo aprovechar los residuos y productos derivados de la producción del vino ocupan la parte final de la exposición que recrea, además, una bodega experimental, o un laboratorio de microbiología y muestra los últimos avances tecnológicos de la viticultura de precisión, como el empleo de DRONES.

Con la participación de 29 centros de investigación y más de 100 científicos del CSIC y la colaboración de nueve bodegas pioneras en su apuesta por la I+D+i: Bodegas Terras Gauda, Grupo Estévez, Abadía da Cova, Vega Sicilia, Freixenet, Herederos del Marqués de Riscal, Lustau-Grupo Luis Caballero, Borsao y Alto Moncayo, además de otras entidades como la Plataforma Tecnológica del Vino de España, la exposición tiene como objetivo convertirse en punto de encuentro entre investigación, sociedad, industria, gastronomía y cultura .

Apoloybaco a través de su responsable de vinos y enología ha visitado esta extraordinaria exposición donde de forma muy didáctica, rigurosa y completa se muestra tanto el papel tan loable del CSIC como la trascendencia que tiene la vid y el vino en nuestra cultura, sin duda este tipo de eventos son una forma magnífica de acercar la investigación, la ciencia y nuestro acervo cultural al público en general.

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