El Mester de Clerecía | Gonzalo de Berceo | El Libro de Alexandre | El Libro de Apolonio | El Poema de Fernán González |
La cultura, podríamos decir, que no era un concepto que tuvieran en cuenta en su vida cotidiana: no era un bien de primera necesidad. El saber, el conocimiento, por lo tanto, se concentra únicamente en los monasterios, y durante siglos fue patrimonio exclusivo de los clérigos, prácticamente hasta el nacimiento y desarrollo de las ciudades, que provocaron la incorporación del ciudadano al mundo literario. Una vez concretado el proceso de reorganización tras la reconquistada España, la conexión con el resto de Europa se restableció, tanto políticamente como culturalmente, siendo unos de los principales canales las peregrinaciones de extranjeros a Santiago de Compostela; una puerta abierta al mundo.
El clérigo, que tenía en sus manos todos los argumentos del saber, debería recurrir a la literatura para difundir en el pueblo tantos sus conocimientos religiosos (principalmente) como del resto de materias, basándose en los exemplum, tanto de la Biblia como de cualquier cuento o acontecimiento que recogiera de la historia o de culturas distintas, como la oriental, que pudieran ser adaptadas al cristianismo. Todo ello apoyado por el desarrollo de los estudios palentinos, es decir, la Universidad, quien tenía un manual de gramática, el Verbiginale, que fue un hecho sustancial para el desarrollo del Mester de Clerecía. Los clérigos, entonces, han de competir con los juglares en lo que se refiere a la captación de su público para la difusión de sus mensajes, según dictaminaba el IV Concilio de Letrán, y la única manera que tienen de hacerlo es haciendo amenos dichos mensajes, escribiéndolos entrelazados con historias y, por
Una técnica concreta, la Cuaderna Vía (estrofa de cuatro versos alejandrinos, divididos en dos hemistíqueos de siete sílabas cada uno, aconsonantados [AAAA].). Estrofa no destinada al canto, sino a la lectura en alta voz. El legado literario que dejó fue impresionante. En un primer periodo (siglo XIII) las obras más importantes fueron las de Gonzalo de Berceo, el Libro de Alexandre, el Libro de Apolonio, y el Poema de Fernán González. En un segundo periodo (siglo XIV), las obras más destacadas fueron el Libro de buen amor, del Arcipreste de Hita, los Proverbios morales, de Sem Tob, y el Rimado de Palacio, de López de Ayala.
Señores, se quisierdes mio serviçio prender, Mester traygo fermoso non es de joglaría, |
De su obra se sabe mucho más. La obra de Gonzalo de Berceo tenía una clara intencionalidad didáctica religiosa, tanto en el sentido moral como dogmático. Apartándose de la complejidad de los manuales teológicos de la iglesia de la época, establece un lenguaje sencillo, llano que el pueblo puede comprender sin esfuerzos, y utiliza con gran maestría la técnica de la cuaderna vía. Su obra, a nivel temático, se podría presentar en tres grupos:
Vidas de santos: Poemas marianos: Poemas de otros temas religiosos:
La relación de obras de Vidas de santos, las realizó Gonzalo de Berceo para promover el culto de los santos relacionados con el monasterio de San Millán de la Cogolla: Santo Domingo de Silos, que allí había sido prior; Santa Oria, antaño recluida en el cenobio, y sepultada junto a él; San Lorenzo, que daba nombre al pico que domina la zona; y el propio San Millán, cuya vida y milagros cuenta el poeta subrayando que toda Castilla y muchos pueblos de Navarra tenían la obligación de ofrecer un tributo anual a la Cogolla, para cumplir así la promesa que supuestamente había hecho el conde Fernán González en agradecimiento por la celestial protección que San Millán le brindó en una batalla.Si atendemos a su contenido didáctico y teológico, sus obras las podemos presentar en dos grupos:
Gonzalo de Berceo MILAGRO DE NUESTRA SEÑORA Era un simple clérigo, pobre de clerecía, Fo est missacantano al bispo acusado Fo durament movido el obispo a sanna, Vino ant el obispo el preste peccador, |
Alejandro Magno fascinó a esa clerecía porque en él parecían reunirse en grado sumo la teoría y la práctica, el valor y la sabiduría. Al mismo tiempo, se produce el hecho de que la literatura no se circunscribe tan sólo al mundo religioso, sino que se abre a los grandes asuntos de la literatura europea. El Libro de Alexandre recrea la vida del héroe, sacando un gran partido tanto a la figura de Alejandro como de multitud de situaciones, personajes y lugares interesantes que la leyenda y la historia relacionaban con él. Se nos presenta a Alejandro ya como el artífice de la unión de Grecia contra Persia, y el heraldo de la victoria. La verosimilitud histórica puede, incluso, perderse por completo en algunos pasajes del texto. Alejandro aparece como modelo de héroe guerrero, como modelo didáctico-moral, como hombre curioso, investigador, viajero, deseoso de poseer sin olvidar el saber. Se produce en el texto, quizá, la cristianización de la figura alejandrina. Se debió escribir entre 1202 y 1207, aunque existen diversas dataciones sobre su nacimiento, al igual que sobre su autoría, desde que fue el propio Gonzalo de Berceo (cosa casi improbable por su edad), a Juan Lorenzo, o quizá un universitario anónimo al servicio de algún magnate. Se han realizado diversos análisis lingüísticos, con el fin de determinar su origen castellano o leonés, y también es difícil, ya que la mano de los copistas desvirtúan en parte el original, tanto en la forma ), adaptación lingüística que realizan para entendimiento del pueblo del momento), como en el fondo (cristianización del personaje). Además, para mayor complejidad, existen dos textos de esta obra: el de la Biblioteca Nacional de Madrid, procedente de la biblioteca de la casa de Osuna, del siglo XIV, o muy finales del siglo XIII, copiado por Fray Lorenzo de Astorga, en León, y el de la Bibliothèque Nationale de París, del siglo XV, aragonés, que el copista atribuye a Gonzalo de Berceo. El texto está compuesta por unas 2.675 estrofas (unos 10.700 versos), en Cuaderna vía, y se ha convertido en un modelo de toda una tradición poética: el Mester de Clerecía, quehacer literario propio de la nueva clase intelectual. LIBRO DE ALEXANDRE El mes era de mayo cuando salen las flores, Danïel el profeta, niño de Dios amado, Este fue Alexandre, de los fechos granados, Cuando vio Alexandre tal fazaña de gentes, Assaz havedes fechas faziendas muy granadas, Agora nos devemos por barones preçiar, |
Apolonio no es un héroe de espada, sino más bien un héroe intelectual, que trata de encontrar el saber. Su meta es conocer, a través de los libros, las claves para descifrar las causas que provocan los acontecimientos que le van sucediendo. El autor, anónimo, parte de una fuente de origen clásico, cuyo texto base estaba escrito en latín y cuya datación es dudosa, pudiéndolo situar entre el siglo IX o X. Su título era Historia Apollini regis Tyri. Probablemente este texto, a su vez, tampoco sea original en la historia que nos transmite, sino que se remonte a otras fuentes originaria que se han perdido, y que podría datarse entre los siglos V y VI. El texto que ha llegado a nuestras manos no es simplemente una traducción literal de su original en latín, sino que ha sufrido por las manos del autor, el proceso de transformación natural de la época: el proceso de cristianización del protagonista, y el proceso de actualización y contemporanización de la época, situándolo entre usos y costumbres propios del siglo XIII. El texto consta de más de 2.000 versos, todos ellos escritos en Cuaderna vía. LIBRO DE APOLONIO El rey Apolonio, de Tiro natural, |
El autor de la obra, anónimo, en estrofas en Cuaderna vía parece ser que no conoce muchos detalles de los hechos históricos en sí, ya que no quedaron escritos por ningún historiador de la época de Fernán González ni posteriores a él, sino que su transmisión fue oral, por lo que el texto trata de explicar y desarrollar los hechos conforme a la mentalidad y la lingüística del siglo XIII, acudiendo a veces a la imaginación y otras a las distintas fuentes populares que circulaban (cantares de gestas, tradiciones, leyendas,…). Nada se sabe pues del nombre del autor. La obra pudo ser compuesta entre los años 1250 y 1266. POEMA DE FERNÁN GONZÁLEZ En el nombre del Padre que fizo toda cosa, |