RESTAURANTE LA COCHERA DEL ABUELO
C/ Alvaro de Bazán, 2. 41002 Sevilla.
Relación calidad-precio:
Presentación:
Cocina:
Servicio:
Mala Aceptable Buena Muy Buena Excelente
Recomendamos en esta ocasión un restaurante sevillano que aunque inició sus actividades en el año 1953 está en una juventud permanente, reinventándose continuamente para seguir vivo y adaptarse a los tiempos. Sus nombres a lo largo del tiempo ya indican algo de esto: Restaurante, Restaurante & Tapas y ahora Grastrobar. Todo esto debido en la actualidad a la inquieta Macu (Inmaculada Prat Pardo) y su equipo que no cesa de realizar nuevas propuestas unidas a la gastronomía como actuaciones teatrales durante las cenas, conciertos íntimos, exposiciones de pintura o fotografías, o venta de productos reciclados.
El local, adaptación de lo que antiguamente fue una cochera de caballos aúna tradición y modernidad ofreciéndonos un ambiente clásico muy agradable. También dispone de un salón privado donde una docena de personas pueden realizar sus celebraciones de una forma mas íntima.
En nuestra visita pudimos experimentar una agradable acogida desde nuestra llegada gracias al recibimiento y acogimiento que nos hizo Carolina que atendía a la perfección la sala.
Con las bebidas iniciales, esas con las que apagamos nuestra primera sed nos trajeron unas aceitunas servidas en latita de conserva y un salpicón de garbanzos, detalles gastronómicos que se agradecen y que son una buena costumbre alejada de esas bebidas a “palo seco” que te sirven en algunos establecimientos. En esta andaluza tierra no debería haber ningún lar gastronómico donde no estuvieran presentes las magníficas aceitunas en sus numerosas formas de presentación y aliño.
Acordamos los comensales que en vez de ir a los clásicos platos individuales compartiríamos al centro, permitiéndonos probar mayor variedad de viandas. Comenzamos con unos crujientes de langostinos que realmente respondían a su nombre y que resultaron muy sabrosos. Posteriormente pudimos tomar unas berenjenas rellenas de pimiento y jamón serrano acompañados de un suave salmorejo resultando muy agradable al paladar.
Continuamos con unos envoltinis de pato acompañados de salsa de queso, consistente en unos rulos a modo de barquillos rellenos de la carne desmenuzada del pato y acompañadas en nuestro caso de un suave salsa de queso tipo filadelfia. Su diseño inicial era con piñones o salsa de queso de torta del Casar pero este día no estaba disponible. Al estar en tiempos cuaresmales no podíamos pasar sin probar el exquisito bacalao confitado que venía servido sobre una base de verduritas; delicioso.
Finalizamos los platos con dos partes del cerdo ibérico; la presa y el secreto servidas ambas con unas migas acompañadas de una suave salsa de pimientos del piquillo. Regamos nuestra comida con un vino tinto de la casa “El Abuelo”, monovarietal tempranillo, de la riojana localidad de Fuenmayor, embotellado expresamente para este restaurante.
Dejamos pendiente para otra ocasión el probar los calamares rellenos al estilo de Sanlúcar (Barrameda) consistente este relleno en huevas, chocos y gambas. De la carta de postres, todos ellos caseros, elegimos un delicioso mus de queso con frutos rojos y una canastilla de chocolate con sopa de vainilla; para chuparse los dedos.
Una agradable velada gastronómica acompañada de unas infusiones de las que también dispone una buena carta el restaurante pudimos disfrutar con la charla amena de Macu, mostrándonos la cocina y demás dependencias del restaurante, haciéndonos participes de sus ilusiones y proyectos para mantener vivo este rincón que merece la pena visitar de vez en cuando.