Nombre | Domicilio |
La Cantina. | Camino de la Ruta del Agua. |
Taberna El Poli | Ctrª Sevilla, 81. |
Casa Miquete. | Calle Concepción Soto, 24. (Las Pajanosas).º |
Mala Aceptable Buena Muy Buena Excelente.
Guillena ha sido habitada desde la prehistoria, como así lo demuestran las sepulturas megalíticas: dos en más o menos buen estado, vestigios de otra y noticias de una cuarta, sin descartar la posible existencia de otras no descubiertas aún y todas ellas comprendidas entre dos grandes dehesas, la de Canillas y El Serrano. Ambos megalitos se sitúan cronologicamente en el período eneolítico o de Bronce, pero el hallazgo de una punta de flecha de cobre y la mesa circular de las ofrendas en la de Las Canteras, hacen pensar que es más actual que el Puerto de los Entierros.
El nombre de Guillena deriva de alguna villa o casa de campo romana llamada casa de Agilis o Gaelius. En la llamada Era de Llamas, se encuentran abundantes vestgios romanos, así como en otros lugares del casco antiguo. Entre los más importantes se encuentra la llamada «Casa de Maera», que conserva un departamento subterráneo de planta casi cuadrada y cubierto por bóveda de cañón. Otro hallazgo fue el de un horno cerámico, aunque fue destruido para aprovechar sus materiales en 1947. En la plaza de toros, empotrada en una esquina del viejo y casi destruido castillo, se encontró un fragmento de una piedra miliaria. Por ella sola, debido al escaso texto que conserva, no se podía decir mucho de su significado, pero 30 años más tarde se encontró una piedra miliaria en Santiponce, la que conservaba el texto completo. se pudo deducir que la encontrada en Guillena marcaba la distancia entre ésta y la mansión de Mons Marioru (de localización no precisa y objeto de muchas investigaciones). Con estos hallazgos se ha podido establecer relativamente el recorrido de la calzada romana nº XXII que unía la desembocadura del Guadiana con Mérida.
Guillena se transforma en núcleo urbano de importancia con la ocupación árabe, ya que tenía una situación estratégica de defensa de los accesos a Sevilla desde Sierra Morena, pasando de ser alquería a lugar fortificado. en la crónica general se cuenta que cuando fue atacada por San Fernando, los moros que ocupaban el alcázar de Guillena (hoy día la plaza de toros) se la entregaron y éste después de guarnecerlo con tropas cristianas, dejó que los musulmanes continuasen viviendo en la población.
Durante siglos, este territorio fue un asentamiento musulman, pero existe poca documentación de ello. El único resto descubierto es un pequeño lote de monedas de plata, de la época de los reinos taifas. Es casi seguro que la Guliena que en los Anales Toledanos nombran, que fue saqueada por los castellanos en 1213, corresponda a Guillena actual, pero no pasó a manos castellanas hasta 1247 con Fernando III el Santo al frente. La conquista sucedió de modo pacífico y fue de importancia vital para la conquista de Sevilla. Alfonso X el Sabio donó el señorío a sus conquistadores a fin que lo defendieran. En 1286 es instituida como villa por privilegio de Sancho IV y 33 años más tarde, Alfonso XI le otorga a la villa el uso de su escudo de armas de recompensa por la defensa de un ataque enimenir.
En 1631 Perafán de Rivera, conde de la Torre, compra el señorío de Guillena y en 1639, Felipe IV le concede la jurisdicción civil y criminal. Por otro lado, y como aparece en ciertos documentos de los siglos XIV y XVI, El Cortijo de la Torre fue centro de un extenso donadío que abarcaba desde la Rivera de Huelva hasta el arroyo Barbolí y que perteneció después de la reconquista cristiana a la reina María de Molina. La reina castellana lo vendió después a un abad de hervas. A finales del siglo XIV pertenecía ya a los dominios de la Casa de Rivera, a la que quedó vinculada. En 1449, Juan II concedia a Perafán de Ribera la facultad de poder realizar dehesas en Torre de la Reina. A partir de entonces, comenzó a llamarse Torre de Perafán, aunque nunca se olvidaría su antigua designación de Torre de la Reina.