GASTRONOMÍA

Tapear y comer, en los pueblos de Sevilla: La Algaba.

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 Nombre Domicilio
Río Blanco   Avd. Juan Molina.
Mesón La Reja.  Calle Mercurio, 29.

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Los orígenes del núcleo municipal, se sitúan en la época prerromana cuando los herederos de la civilización tartesia fundaron la Balbibilis Turdetana, destruida en tiempos de los visigodos. Su denominación actual procede del árabe Al-Gaba, que significa «El Bosque». Fernando III la reconquistó en 1247 y la se la cedió a su hijo Don Fadrique. Al morir éste volvió al poder real. En 1304 fue dada al infante Don Alfonso de la Cerda, quién la cedió más tarde al Duque de Niebla. Por último, éste la cambió a Don Juan Guzmán por Medina Sidonia. Fue Felipe II quien creó el Marquesado de La Algaba para contrapesar la penuria económica de su Hacienda, quedando sujeta la villa a este Señorío hasta el siglo XIX en que se constituyó su Ayuntamiento Constitucional.

El núcleo originario de la población está constituido por un recinto amurallado amplio para las características de la población y que ha sido superado por la edificación recientemente. Así, junto a los límites del casco tradicional, se ubican barrios construidos en las décadas de los 50, 60 y 70, tendiendo las edificaciones más recientes (décadas de los 80 y 90) a ocupar los espacios agrícolas situados entre los tres límites físicos del espacio urbano, que son: el río Guadalquivir, la carretera comarcal 431 y la carretera Santiponce – La Algaba.

El semblante monumental de La Algaba muestra dos edificios principales, la Iglesia de Santa María de las Nieves, de estilo gótico-mudéjar y que contiene hermosas bóvedas de crucero, y la Torre de los Guzmanes que, con una altura de 27 metros, fue concebida como edificación defensiva allá por el siglo XV. Tres plantas enlazadas por escaleras se cubre de bóvedas, siendo la parte más interesante desde el punto de vista estilístico el conjunto de ventanas: de arco rebajado, de ojiva, trilobuladas o polilobuladas. El remate almenado corona este bien conservado monumento ubicado en pleno centro tradicional del núcleo.

Por último, es de señalar, la ermita de La Concepción, en el barrio de El Aral, que fue totalmente restaurada en 1929 y que conserva interesantes esculturas como la de la Virgen de la Concepción, del siglo XVIII, y la de San José, perteneciente a la escuela de Martínez Montañés.Es importante señalar, que fue tal la influencia del marquesado, que en 1474 por orden de Juan de Guzmán y Torres, I señor de la Algaba, que desempeñaba cargos importantes en el gobierno de la ciudad, se ordenó construir en la ciudad de Sevilla un palacio que siriviera de alojamiento para sus propietarios cuando se desplazaban a la capital andaluza. Más tarde, Felipe II otorgó el marquesado de la Algaba a don Francisco de Guzmán y Manrique, que amplió el palacio y lo dotó de jardines. De esta primera etapa tan solo se conserva la actual torre portada.

El Palacio, hoy felizmente restaurado y puesto en valor por el Ayuntamiento de Sevilla, alberga hoy el centro de Interpretación del Arte Mudéjar, conservando en su fachada al Mercado de Abastos de la Calle Feria, en la Plaza Calderón de la Barca, un precioso balcón de la época que junto al del Alcazar de Sevilla, representan la mejor obra de arte del periodo mudéjar de Sevilla. Gracias a un grabado de Richard Ford, podemos saber hoy, que el palacio y la iglesia Omnium Sanctorum, estaban comunicados por una galería. De hecho, los marqueses eran patronos de la Capilla Mayor del Templo. Tras la ocupación francesa, este pasaje fue derribado.

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