RESTAURANTE TRASHUMANTE (SEVILLA).
Calle Feria 109. 41002, Sevilla.
Teléfono de reservas: 955 052 495
Horario:
13:00-16:00. 20:00-23:00. De martes a domingos.
Relación calidad-precio:
Presentación:
Cocina:
Servicio:
Mala
Aceptable
Buena
Muy Buena
Excelente
El sevillanísimo barrio de la calle Feria de Sevilla, sigue trayendo buenas noticias en cuestiones gastronómicas; tras las recientes aperturas de “La Vida Loca” (Relator 56), y el nuevo emplazamiento de “LaLola”, de Javi Abascal (Conde Torrejón 9), en noviembre de 2019, abrió sus puertas el restaurante “Trashumante”, en el local que antaño, en 1942, ocupó la Bodega Viñafiel, en el nº 109 de la populosa calle ancha de la Feria, a tiro de piedra del ancestral mercado del mismo nombre y de la no menos antigua, Iglesia Parroquial de Ómnium Sanctorum.
Trashumante” representa un trocito de la gastronomía leonesa en la capital de Andalucía. Su propietario, Faustino Suárez, se trae desde Nervión a La Macarena, su estupendo restaurante, y lo hace sin renunciar a los mismos parámetros de calidad en su oferta gastronómica que ya gozaba en su anterior emplazamiento en la calle Juan de Mata Carriazo. Faustino Suárez y Mar Martínez, dueños de Trashumante, llegaron a la capital andaluza al año siguiente de celebrarse la Expo’92, y su primer local lo inauguraron, ocho años mas tarde en el zona de moda de la Sevilla de entonces:“La Buhaira”, donde aperturaron “Zarandaja, un pequeño restaurante que ahora regenta su hijo Gustavo Suárez. Posteriormente abrieron el primer “Trashumante”en los alrededores de San Bernardo, donde solo estuvieron un año y medio, para definitivamente trasladarse, en noviembre de 2019, frente a la Parroquia de Ómnium Sanctorum en la calle Feria.
Y hasta el nuevo “Trashumante” de la calle Feria, se fue el pasado 22 de septiembre de 2020, el grupo de cata de Apoloybaco, para, al tiempo que catar unos estupendos vinos, probar de primera mano algunas de las propuestas de la excelente carta de este «Trashumante», que como indica su nombre, se desplaza desde San Bernardo a la Macarena, buscando otro entorno en la capital de Andalucía.
Empecemos diciendo, que el local es, además de amplio, luminoso, cómodo y elegante, funcional y coqueto; bien vestidas sus mesas, decoración acertada y adecuada separación entre mesas, algo que siempre, y más en estos tiempos donde guardar la distancia de seguridad, no es negociable. Un espacio con una barra bien dispuesta a la entrada; mesas altas alrededor de la misma, y ya dentro las mesas dispuestas en dos espacios con capacidad para unos cincuenta comensales.
En cuanto a sus propuestas culinarias, Mar Martínez, desde sus fogones en “Trashumante”, propone una carta equilibrada, moderna y no exenta de creatividad. Entrantes fríos, calientes, platos que pueden consumirse también en tapas, y, por supuesto, varios guiños a la afable tierra leonesa, presente siempre en sus extraordinarias carnes —luego hablaremos de ellas—, sus guisos de cuchara, preferentemente en otoño e invierno, y algunas recetas propias de aquellas tierras, entre ellas una magnífica cecina —buena de verdad—, un poderoso revuelto de morcilla de León, y un atractivo salmorejo trashumante con huevo.
En su carta de vinos, con una gran cava presidiendo el vistoso comedor, predominan, como es lógico, los excelentes vinos con D.O Bierzo, tintos y blancos, con la variedad Mencia, como protagonista absoluto, y lo mejor, es que también se sirven algunas referencias por copas.
Éramos seis comensales en mesa —ya saben esa recomendación del covid-19, y Faustino Suárez nos preparó un menú cerrado para la ocasión, con el objeto de armonizar adecuadamente los vinos que se iban a catar. El menú consistió en dos entrantes individuales —ensaladilla de pulpo y piruleta de langostino y crema de queso; y dos entrantes a compartir: tempura de bacalao y revuelto de morcilla leonesa. Los cuatro cumplieron las expectativas, destacando, para la mayoría de los comensales, el buen hacer de la tempura, muy bien frita y crujiente, el sabor a mar de la ensaladilla de pulpo —por fin una ensaladilla de pulpo, que tiene y sabe a pulpo—, la solidez del revuelto de morcilla, y la creatividad en la piruleta de langostino y crema de queso. También llegó a nuestra mesa, y por gentileza de la casa, una cecina loncheada muy fina, que gustó muchísimo.
Estos cinco entrantes fueron armonizados con tres tintos monovarietales de gran calidad: “La Font Voltada” 2016, de las bodegas Abadía de Poblet en la DO Conca de Barberá y con la uva Trepat de protagonista; “La Prohibición” 2012, de Bodegas Pitacum en la DO Bierzo y la excelente Garnacha Tintorera en su elaboración; y “4 Kilos”, un magnífico vino de la IGP de Mallorca con la variedad de uva Callet.
Para completar el menú, Faustino Suárez, que presume en su carta de tener excelentes carnes de su tierra, sin que eso signifique la ausencia en ella, de otras reses provenientes de otras zonas de España, nos preparó un extraordinario lomo de vaca vieja leonesa con maduración que hizo las delicias de todos los comensales. No se prodigan en Sevilla, los restaurantes que saben tratar las carnes en las brasas, e incluso me atrevería a decir, que salvo dos o tres excepciones, hay que salir fuera de la capital, para tomar un buen asado. “Trashumante” nos transportó a cotas muy altas de calidad en las dos piezas que llegaron a la mesa. Punto correcto según petición, sabrosísimas, calientes en el punto pedido —algo que no es fácil—, y tiernas como la mantequilla. Fue un perfecto manjar para acompañar al vino tinto Aquilón 2013, de las Bodegas Alto Moncayo, una garnacha espectacular de una bodega en la DO Campo de Borja, que alcanza la excelencia en el tratamiento de esta monovarietal. No en vano, de sus bodegas han salido, en dos añadas distintas, (2006 y 2007), el único vino aragonés en alcanzar los 100 puntos que el más famoso prescriptor del mundo, el enólogo Robert Parker, concede anualmente. Una cata magnífica, armonizada perfectamente con algunas de las sugerencias que nos ofrece la ámplia carta de «Trashumante».
Y como colofón a esta estupenda cata gastronómica y vinícola, los postres. Brownie de chocolate, de chocolate y helado, y caramelitos de leche frita. Estupendos los tres, y, por su originalidad y presentación, sin duda se llevó la palma, los caramelitos de leche frita con canela molida. Una autentica delicatesen. Estos postres fueron armonizados con un excelente moscatel dorado de la Bodega César Florido de Chipiona. Destacar antes de terminar esta reseña, el excelente servicio en sala, presto, atento y dinámico, que permitieron que los platos llegaran a la mesa en su momento justo. Buena sincronización entre cocina y servicio.
Y hasta aquí podemos contar, que no es poco. Muy buena RCP, que nos permiten aventurar que, más pronto que tarde, algunos de los comensales regresaremos a visitar este templo gastronómico que representa muy dignamente a León, la capital donde “La Pulchra Leonina”, una de las catedrales góticas más bellas del mundo, espera al viajero eternamente.
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