JAZZ

Disco del mes-Febrero 2024: «Dance Of The Infidels», de George Wallington.

La música de jazz está repleta de lugares y espacios míticos que han ido labrando su propia historia; al igual que el swing tenía en los grandes salas de bailes neoyorquinos (Savoy Ballroom en Harlem, fundamentalmente), ese lugar legendario donde la juventud de la época bailaba frenéticamente, o el Cotton Club, —también en Harlem—, donde la orquesta de Duke Ellington desarrolló el cuerpo principal de su música, el Bebop tambien tuvo sede fundacional, por así decirlo.

Hablamos del mítico «Minton’s Playhouse», el club ubicado en la primera plante del Hotel Cecil, —en Harlem, por supuesto—, y que jugó un papel fundamental en los años cuarenta en en el nacimiento del Bebop. Si eras alguien en el jazz, entonces tenias que ir a Minton’s Playhouse. El local se hizo famoso, especialmente entre los músicos de jazz, por que allí se celebraban unas fantásticas jam sessions (afortunadamente quedan documentos sonoros de aquellas noches), a las que solían acudir la mayoría de los músicos una vez que terminaban sus actuaciones en otros locales de New York. El Minton’s Playhouse original, estuvo abierto durante más de treinta años, (1941-1974) y por su escenario pasaron los grandes creadores del jazz moderno, convirtiendo el local en una especie de laboratorio creativo donde cada músico daba lo mejor de si en sus solos improvisados.

Thelonious Monk, Howard McGhee, Roy Eldridge y Teddy Hill. Fachada Minton’s Playhouse New York. Sept. 1947. Foto de William P. Gottlieb.

Y si a cualquier aficionado al jazz, le preguntan por músicos «boopers», es decir, por aquellos creadores que en los años cuarenta del siglo XXI, frecuentaban el Minton’s Playhouse, y contribuyeron a darle una nueva dimensión a la música de jazz a través del llamado estilo o sonido «bebop», en seguida salen sus nombres de corrido, porque están grabados a fuego en la memoria colectiva de cualquier aficionado al jazz: Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Bud Powell, Thelonious Monk, Al Haig, Max Roach, Charlie Christian, Kenny Clarke, etc.

Pero hay otros músicos que permanecen en un segundo plano, o peor aún en el anonimato, y fueron igualmente participes directos del desarrollo de aquel movimiento musical que revolucionó, para siempre, la música de jazz. Es el caso del pianista que traemos en este mes de febrero de 2024 a nuestra sección del disco recomendado del mes: el pianista italonorteamericano, George Wallington, uno de los pianistas «boopers» más desconocidos para el aficionado.

Wallington, cuyo verdadero nombre era Giacinto Figlia, nació en Palermo, Sicilia, el 27 de octubre de 1924, y fue uno de esos niños que, de la mano de sus padres, emigraron masivamente (más de 5 millones de italianos cruzaron el charco), a los EE.UU, en aquellos primeros años del Siglo XX. Con su familia afincada en New York desde principios de los 40, Wallington crece escuchando música afroamericana y en sus primeros años de adolescente, con apenas nueve años de edad, aprende de forma autodidáctica a tocar el piano y antes de cumplir los quince años, ya frecuentaba los locales de jazz de la famosa Calle 52, el epicentro del jazz en el mundo en aquellos años cuarenta del pasado siglo.

En uno de esos clubes, conoce a uno de los «padres» del Bebop, el baterista Max Roach, y a través de él, tras quedar asombrado del virtuosismo de aquél joven, se lo recomendó al trompetista Dizzy Gillespie, que por aquel entonces iba buscando un pianista para su banda tras la marcha de Al Haig al grupo de Eddie «Lockjaw» Davis. George Wallington se incorpora al quinteto de Dizzy Gillespie, en 1943, y formando parte de su grupo, fue uno de los pioneros pianistas blancos y no nativos en los Estados Unidos, que tocaban Bebop por los clubes de la Calle 52. Con Dizzy Gillespie estuvo dos años, hasta finales de 1944, y desde entonces, y hasta 1952, Wallington tocaría y actuaría en distintos clubes de New York, con la flor y nata del movimiento «bopper»: Joe Marsala, con quién estuvo un año en su banda, Charlie Parker, Serge Chaloff, Allan Eager, Kai Winding, Terry Gibbs, Brew Moore, Al Cohn, Gerry Mulligan, Zoot Sims, o Red Rodney.

A partir de 1954, y tras su vuelta de la gira por Europa que hizo con Lionel Hampton en 1953, Wallington reorientó su carrera profesional como líder de sus propios combos (tríos, cuartetos o quintetos), aunque sin dejar de colaborar con las «vacas sagradas» del jazz de aquella época. Al frente de sus grupos, y entre 1954 y 1960, el pianista lleva una carrera profesional frenética y exitosa; actúa y toca por distintos clubes de jazz de New York, presentando y apadrinando, a jóvenes músicos prometedores de entonces que luego serían grandes figuras del jazz, como el trompetista Donald Byrd, el el saxo alto, Phil Woods, el bajista Knobby Totah y el baterista, Nick Stabulas.

Con ese quinteto graba el 14 de noviembre de 1957, en la casa de los padres de Rudy Van Gelder, en Hackensack (New Jersey), cuando Rudy todavía era un radioaficionado, quizás el mejor disco de su carrera, y el que recomendamos en este mes en la sección de jazz de Apoloybaco, titulado originalmente como «Jazz en Hotchkiss», y reeditado en 1979 como : «Dance of the Infidels». Ambas ediciones fueron realizadas por el sello discográfico que mejor entendió a los músicos «boopers» de entonces: Savoy Records. Tras grabar esta maravilla de disco, George Wallington desapareció misteriosamente en 1960 de la escena musical de New York hasta 1984, que hace una breve y efímera reaparición, grabando un álbum de piano solo y colaborando en algunos discos de la también pianista, Marian McPartland.

«Dance of the Infidels», —el álbum que recomendamos, toma el nombre de una de las más famosas composiciones del también pianista, Bud Powell—, y los ritmos del sonido bebop es el foco principal de esta excelente sesión de grabación, que tiene la particularidad de presentar los inicios de su carrera profesional de un joven trompetista neoyorquino, todavía no muy conocido en aquellos, pero que con el paso del tiempo, llegó a ser una de las legendarias figuras del jazz moderno; nos estamos refiriendo a Donald Byrd. Junto a ellos, está otro joven músico, que venía apadrinado, ni más ni menos, que por el propio Charlie Parker; hablamos de Phil Woods.

Completan el quinteto, el bajista Knobby Totah y el baterista Nick Stabulas. Además de «Dance of the Infidels» una de las composiciones fetiches del también pianista, Bud Powell y de «Ow» de Dizzy Gillespie, el grupo toca dos composiciones propias de Wallington y «‘S Make ‘T» de Donald Byrd. Excelente álbum que recoge con fidelidad el auge del Bebop y la virtuosidad de un pianista, que fue considerado por la crítica de aquella época, como uno de los arquetipos del piano «bop». Wallington se caracterizaba por la originalidad de los acordes de paso que utilizaba para su mano izquierda, así como por la calidad de su sonido.​ Fue también importante su obra como compositor, y desarrolló su estilo de forma paralela con su más cercana influencia, el pianista Bud Powell.

Más información sobre George Wallington en Apoloybaco.

Escucha el disco en Spotify

LOS MÚSICOS LOS INSTRUMENTOS FICHA TÉCNICA
George Wallington. Piano y líder. Sello discográfico: SAVOY RECORDS.
Donald Byrd. Trompeta. Número de serie: SJL-122
Phil Woods. Saxo alto. Fecha de grabación: 1957. 14 de noviembre.
Nabil «Knobby» Totah. Bajo. Lugar de grabación: Hackensack. New Jersey.
Nick Stabulas. Batería. Calificación: 4* sobre 5.
Número de temas: 5.
Duración del disco: 40:22.

 

Temas

Duración

Dance of the Infidels. 6:52
Strange Music. 8:46
Before Dawn. 5:56
Ow! 10:35
S Make T. 7:57
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