Título: Yo soy mi ruta.
Autor: Julia de Burgos.
Uno inicia cada año con propósitos nuevos, con proyectos e ilusiones que parecen renovadas, pero son las mismas con un poco de maquillaje de amor por uno mismo y por la euforia. Cuento esto porque uno de esos propósitos de esta sección es apostar por el descubrimiento, personal y compartido, de figuras literarias y libros que quizás quedaron algo en el olvido, o no está en la memoria, o la biblioteca, de la mayoría de los lectores mortales (no sé si los habrá inmortales).
Traemos a este mes de enero el título “Yo soy mi ruta”, una amplia selección de poemas de los tres libros que publicó la poetisa Julia de Burgos en su corta pero intensa vida: Poema en veinte surcos (1938), Canción de la verdad sencilla (1939) y El mar y tú (póstumo, 1954).
Julia de Burgos (Puerto Rico, 1914 – Nueva York, 1953) es una de las grandes voces poéticas de Hispanoamérica. Vivió una vida apasionada e intensa y su poesía es reflejo de una entrega total al amor, al paisaje que la rodeaba cada instante, a lo vital de quien apuesta por ser ella misma y agarrarse a los versos para demostrarlo.
“Yo fui la más callada.
La que saltó la tierra sin más arma que el verso.
¡Y aquí me veis, estrellas.
Desparramada y tierna con su amor en mi pecho!
Yo diría que fue “la poeta del agua”, pues escribió uno de los poemas más bellos escritos a un río, el río Grande de Loíza, al que trataba casi como si fuera su amante, ése que despertaba las sensaciones más sensuales y eróticas al rozar su piel; bañarse en sus aguas era hacer el amor con su propia tierra.
“Río hombre, pero hombre con pureza de río,
porque das tu azul alma cuando das tu azul beso.
Muy señor río mío. Río hombre. Único hombre
que ha besado mi alma en mi cuerpo.”
Julia de Burgos murió sola y en el anonimato en una calle de Nueva York, dicen que de cirrosis, otros que envuelta en el misterio en el que se envuelven los poetas. Desgarradora y sensual a la vez, mujer moderna y combativa con los convencionalismos de su época, se ha convertido en un icono cultural de Puerto Rico.
Os recomendamos que degustéis este poemario como primera mordida a este año que comienza, y así empezamos enseñándoles los dientes de esta guerra literaria que comienza.