JAZZ

La cima y la sima.

El sello Atlantic, tuvo en sus inicios una heterogénea  línea jazzistica donde cupieron artistas procedentes de todas las tendencias. Desde Mel Tormé hasta John Coltrane. Así pasó también con su estilo de diseño hasta que a finales de 1959 dos grandes directores artísticos terminaron con ése errático camino: Marvin Israel y Loring Eutemey.

Fruto de ése cambio de estilo fue el tratamiento que ambos usaron en las zonas blancas y en los márgenes para realzar los retratos de los músicos. Éstas dos portadas con Milt Jackson & Ray Charles y Ornette Coleman  responden a ése criterio. Otro elemento fue La cuidadosa elección de la tipografía, así como el sentido del color en franjas y otros complementos.

A principios de los sesenta el sello Impulse! irrumpió con inusitada fuerza en el mercado sobre la base de dar a sus discos una lujosa presentación. Los gruesos lomos de color negro y naranja destacan en las estanterías de cualquier coleccionista de jazz. Con un cuidadísimo interior, el saxofonista John Coltrane, fue el principal beneficiario.

La imagen del sello se debió al diseñador Robert Flynn de la compañía Viceroy. Su mayor aportación fue el original contraste de colores fríos y cálidos, contando para ello con la colaboración del fotógrafo Charles Stewart. Títulos históricos como estos dos discos de Coltrane, representan muy bien ése nuevo estilo definido por Impulse!

Pero llegó un momento conforme avanzaba los años 60 en el que una nueva estética, psicodélica y barroquizante, nucleada en torno al movimiento rock de San Francisco, arrasaba con todo. Las portadas de Atlantic, Blue Note, Impulse y muchos otros sellos de jazz aparecieron llamativamente repletas de colores y adornos. «Underground» de Thelonious Monk para Columbia fue un ejemplo pionero. La estampa de Monk convertido en guerrillero antinazi tocando el piano en una especie de desván y teniendo como prisionero a un soldado alemán, representó en su epoca un ejemplo clarividente para lo que vendría detrás: la música pop. Obsérvese el parecido estilístico entre estas dos fotografías, una es la ya comentada de Monk, el otro es ni mas ni menos que el legendario álbum de 1967 de The Beatles: «Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band»

En ésa especie de heterodoxia aparecen diseñadores como Eva Diana, que dibujaba al óleo para el sello Mode, empleando exclusivamente una única gama de color (verde, ocre o magenta) y situaba al personaje sobre un fondo neutro, en actitud pasiva y siempre de torso hacia arriba, como si en realidad dibujara retratos para colgar en cualquier rincón del hogar. Aunque retratados con dignidad, Eva deja en el  camino cualquier posible relación en sus cubiertas con el musico que retrata; su estilo de música o su contenido musical Otro enfoque de ése mismo estilo lo ofrece quienes utilizaron el surrealismo, ya representado en la música clásica, para identificar la música bebop. En ése papel, el sello Savoy editó portadas al estilo de Dalí donde los saxos se retorcían, los teclados se ablandaban o el contrabajo pendía de un árbol reseco en un paisaje fantasmagórico.

El jazz considerado como una de las Bellas Artes, está presente en numerosas portadas de jazz moderno con aspiraciones intelectuales. Incluso algunos ello tenían en nómina a determinados pintores que colaboraban exprofeso para el sello en la elaboración de la cubierta. La idea era asimilar el concepto de arte moderno con la música que contenía el disco. Dentro de esta moda hay varios estilos.

En algunas cubiertas los músicos aparecen con candorosa naturalidad junto a esculturas y cuadros de aspecto vanguardista -como si el fotógrafo le hubiese sorprendido en el salón de su casa- (portada de Randy Weston) y en otros, con mayor carga intelectual, los músicos aparecen integrados como un elemento inerte más entre las obras de arte. El disco de Johnny Griffin es elocuente en éste sentido.

Finalmente, y para terminar esta sección, hay una variante más explicita para acentuar la modernidad de la música con la época que le rodea. Algunos sellos reflejaban en sus cubiertas al músico con su instrumento a cuestas  junto al artista en pleno trance creativo; la idea era consolidar aún más la sensación de inspiración creativa compartida. Tal cosa sucede en varias portadas del sello Pacific Jazz, como ésta donde el guitarrista Jim Hall, en el álbum: «Jazz Guitar», donde en segundo plano aparece el pintor John Altoon dibujando algunos trazos del músico. Cuando esta tendencia decayó, el jazz ya era asignatura de algunas universidades y a sus interpretes se les llamaba para actuar en algunas ocasiones en la Casa Blanca. Hoy ya nadie cuestiona que cuando un aficionado compra un disco, subliminalmente el diseño de la portada influye en su decisión. En 1949, el Museum of Art Morden Art (MOMA) de New York, incluyó en su exposición: «Modern Art in Your Life», dos portadas de discos de jazz: «Boogie Woogie» de Alex Steinweiss y Mood Ellington de Bob Jones ¿Alguien duda que el diseño en el disco de jazz, no es una cuestión baladí?

El Legado Europeo Llega la Fotografía La Expansión La Cima y la Sima
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