A partir de los años treinta del siglo XX, las grandes orquestas de jazz se adueñaron de todo el territorio nacional de los EE.UU. La juventud llenaba los fines de semana los locales y los grandes salones de baile para bailar el «swing», esa forma sincopada e improvisada, que hizo furor entre la sociedad americana.
El swing estaba por todas partes, y cobró mucha fuerza en la programación musical de las emisoras de radio, lo que permitía escuchar a las grandes orquestas de jazz, de Costa a Costa en los EE. UU. Uno de esos programas rafiofónicos más populares, fue el «Camel Caravan» un espacio de radio patrocinado por la marca de cigarrillos Camel, que se emitiá diariamente en la NBC Radio y la CBS Radio desde 1933 a 1954. Durante los 21 años que estuvo al aire este programa, los norteamericanos pudieron escuchar desde sus casas, talentos, como Benny Goodman, Georgia Gibbs, Anita O’Day, o Vaughn Monroe.
Al mismo tiempo que la música swing, se popularizaba por la radio, las grandes salas de baile, crecieron como hongos, y raro era el Estado que no tenía la suya propia, siendo el Savoy Ballroom en New York y el Arcade Ballroom en St. Louis, los dos más famosos. El jazz en directo empezó a tomar fuerza y los empresarios musicales, gerentes de teatros y salas de espectáculos, vieron la oportunidad de introducir a las grandes orquestas de jazz en sus locales y abrir los teatros a músicas y estilos distintos a la clásica.
El concierto más importante de aquella época, por su transcendencia histórica, por su calidad musical, y por ser el primer gran concierto de jazz que se celebraba en un escenario mítico de New York, fue cuando la dirección del célebre, Carnegie Hall de New York, contrató a la gran orquesta de Benny Goodman para celebrar en ese mítico teatro, el primer concierto de Jazz de la historia. Ese concierto tuvo lugar el 16 de enero de 1938, y como hemos dicho, marcó un antes y un después en la historia del jazz, y también en la historia del Carnegie Hall, ya que ese espacio era, en aquellos tiempos, un escenario absolutamente vedado para toda heterodoxia musical y cuya entrada solo podían pagar las clases adineradas de la sociedad.
El jazz era en aquella época, y para muchos sectores de la América profunda, una música de negros, hecha por negros y para los negros. Los éxitos de Louis Armstrong, al frente de sus celebérrimos: «Hot Five» y «Hot Seven», o de la orquesta de Duke Ellington en el Cotton Club de Harlem, eran vistos todavía por muchos americanos como una música bailable, vulgar, carente de arte y dirigida al público de color. La alta sociedad americana en general y la neoyorquina en particular, todavía no habían asimilado que esa música llegaría a ser con el tiempo, la mayor manifestación cultural del pueblo americano en el siglo XX.
Aquí os dejo algunas de esas grabaciones en directo realizadas en los años treinta del siglo XX, algunas de ellas, formando parte de mic olección de jazz.
Grabaciones de otros grandes conciertos. |
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