Gran cantidad de vino se obtenía de los viñedos lacetanos; los vinos tarraconenses —Vitifera et Latio tantum cessura Lyaeo y hospita Tarraco Bacho llama Silo Itálico a Tarragona— y los lauronenses eran famosos por su finura. En algunos tituli picti que aparecian en las ánforas y que Dressel bien documento hacian referencia al vino Lauronense vetus (localizado al parecer en la zona del Vallès, provincia de Barcelona)
Catalunya fue un centro de elaboración y comercialización de vino hacia otros puntos del Imperio Romano, vinos que alcanzaron una importante fama y prestigio, sin duda como lo tiene sus actuales caldos.
Desde aquellos tiempos, en Catalunya se ha ido acumulando un importante y rico acervo cultural vitivinícola y una parte del mismo puede conocerse y sobre todo disfrutarse en sus museos y centros de interpretación del vino.