De nuevo despedimos el año. El mes de diciembre es el llamado para decirle adiós y prepararnos para uno nuevo. También es el mes en el que se anuncia un nuevo vino fruto de la recién añada que surge de la última vendimia. Este año el ciclo vegetativo -sequía y altas temperaturas – en toda España hizo temer por la calidad de la cosecha en algunas zonas. Pero en líneas generales las cepas han resistido hasta el final unas cuantas olas de calor. Y ahora sus uvas regalan en esta primera entrega de exuberantes recuerdos a frutas rojas maduras junto con algunas notas lácteas, en los tintos y aromas a flores y frutos como la manzana, en los mostos blancos. En definitivo, unos vinos, los primeros, que ofrecen con más fuerza sus aromas primarios y con más delicadeza su sabor.
Su historia recorre la tradición de los vinos de cosecheros de Rioja Alavesa, de los llamados «mostos» en el Marco de Jerez y en zonas vinícolas sevillanas como el aljarafe. Y la habilidad de una denominación de origen francesa, Beaujolais, y el entusiasmo que le dispensaban los más variados ambientes parisinos. A partir de allí el fenómeno -un celebrado despliegue en tan prematuras fechas- se extiende por todas partes. Entre los países que abrazan la moda está el nuestro
Pero lo cierto es que de estos nuevos vinos saldrán con el tiempo y la intervención del hombre los grandes vinos en los próximos años. Y este es el caso del vino que os recomendamos para este mes de diciembre. un tinto gran reserva de la D.O. Ribera del Duero. Un vino que tuvimos la suerte de catar en un evento sobre los vinos convocado y organizado por Vidivinos que es una empresa promotora de la cultura del vino en su más amplia expresión. Realizando eventos de difusión del vino a lo largo y ancho de la geografía española..
Peñafalcón Gran Reserva. 2007; es un vino tinto de la variedad 100% Tinto Fino (Tempranillo), vendimia manual y seleccionada (en viña y en bodega), larga maceración antes de su fermentación. Envejecimiento durante 60 meses en barrica con una exhaustiva selección de barricas de roble americano y francés de grado fino, tostado medio plus.
La filosofía de Bodegas Peñafalcón parte de cuidar con esmero los viñedos, haciendo trabajos artesanales, no añadiendo herbicidas sino que se cava a mano la entrecalle, usando azufres, entrelazando los sarmientos y haciendo podas en verde, usando abonos de estiércol de basura de oveja como antiguamente, como lo hacían nuestros abuelos. Los viñedos propios de la bodega están bien posicionados en laderas y los terruños son calcáreos pedregosos. Parte de ellos están en solanas, de manera que la maduración es extraordinaria.
Unos pagos privilegiados: Pagos de Santa Cruz, Pagos del Borro, Pagos de Carraovejas, Pagos del Hundido y Pagos del Chorrillo. La vendimia se recolecta a mano que se transportan a la bodega tras una cuidadosa selección. Después se pasan por un despalillado suave transportándose a los depósitos de tecnología alemana, calidad 3.16 y dotados en su parte superior de un bazuqueador programable, haciendo los efectos del aplastamiento con los pies como antiguamente en los lagares, de esta manera se envuelve bien la pasta en la parte superior, después se macerará varios días en depósito hasta provocar la fermentación controlada.
Peñafalcón. Gran Reserva. 2007; Muestra un bonito y elegante color cereza picota potente con finos reflejos caoba en capa fina. Limpio y brillante. Nariz intensa muy equilibrada. Atractivas notas de frutas rojas y negras en compota. En boca se muestra sabroso y redondo, con tanino maduro y un final largo y prolongado.
Bodegas Peñafalcón es una bodega de larga tradición familiar al frente de la cual está actualmente Casimiro Marcos y su esposa María José Arranz. Los orígenes de la bodega se remontan a los antepasados de los actuales propietarios, que elaboraban su vino en los antiguos lagares, que datan del siglo XVII.
La cultura del vino y el amor por la creación de estos elegantes vinos ha ido pasando de generación en generación hasta llegar a Casimiro de Peñafalcón que cada año hacía su vino de manera artesanal y en pequeñas cantidades y lo disfrutaba con la familia y los amigos. En el año 2000 Casimiro hizo realidad su sueño y pasó a elaborar y comercializar sus vinos acogiéndose a la denominación de origen Ribera del Duero, en Peñafiel, bautizando la bodega con el nombre histórico de Peñafalcón, que así se llamaba esta villa en el siglo XI y recordando la ‘Crónica rimada del poema del Mío Cid’: ¡¡Rodrigo venció la batalla, Dios sea loado, hasta Peñafalcón, do es Peñafiel llamado!! Donde cambian Peñafalcón por Peñafiel.